¿Que pasa pues?

Días atrás una rocambolesca noticia apareció en los diferentes medios de comunicación de la ciudad, en un tiroteo que se había presentado en un sector aledaño al Terminal de Transportes de Pasto.

Resultaba muerta una persona, no me voy a internar en esta situación, allá cada cual con sus negocios y alcances, quiero alejarme de este hecho, y meter el dedo en la llaga sobre un tema que se ha salido de control y es la total desfiguración que han sufrido los sectores aledaños al Terminal, dejando de ser barrios familiares, a convertirse en escondrijos para todo tipo de delincuentes.

Cuando era niño, varios abriles atrás, y mis padres me llevaban al centro de la ciudad, pasábamos caminando por este lugar sin problema, bajábamos desde Miraflores hasta Lorenzo, después pasábamos hacia el barrio Chile, llegando a Fátima, para después enrutarnos hacia el sector de San Juan Bosco y así tomar toda la calle 18 para llegar al centro, este periplo que a pie podría durar entre 30 a 45 minutos, era el camino que hacíamos y en el cual nunca tuvimos contratiempos.

Recuerdo que cerca al Barrio Madrigal se ubicaban los gitanos y allí ofrecían sus servicios adivinatorios, habían varios terrenos baldíos y hasta en algún momento se ubicó una academia de Artes Marciales dirigida por el señor Jaime Ayala, el conjunto residencial Los Elíseos empezaba a despuntar y realmente el sector no emanaba esa halito tan peligroso que hoy maneja.

El primer factor que tristemente contribuyo con el cambio de paradigma del sector fue la ubicación del Terminal de Transportes en este lugar, situación que trajo una oleada de delincuencia inusitada, pues los dueños de lo ajeno, arropados en las esquinas de las calles, asaltaban a los viajeros desprevenidos, y así ha sido desde aquel lejano 1994, año en el cual se inauguró el actual terminal, y desde aquella fecha, las cosas han ido de mal a peor.

El segundo factor que contribuyó a la caída de este sector, fue paradójicamente otra obra, pero en este caso en otro lugar de la ciudad, la famosa Plaza del Carnaval que se inauguró en el año 2004 y que para hacerse realidad, acabo con un sector de la zona de tolerancia de Pasto, trasladandose algunos de estos negocios dedicados al lenocinio a las inmediaciones del terminal de transporte, hecho que en toda la historia de la humanidad se repite, donde hay viajeros, debe haber comida, descanso y diversión de todo tipo. La llegada de estos negocios volvió el lugar aún más peligroso, pues las cosas como son, ahora los maleantes no solo atracaban en el sector, pernoctaban en el mismo.

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El Plan de Ordenamiento Territorial y las reformas que ha sufrido el mismo a lo largo de los años, cobijadas por los concejales ineptos de turno, lo único que han hecho es darle la estocada final a estos barrios, en donde ahora es común ver como las casas se quedan vacías por la inseguridad reinante, o en su defecto, aquellos hogares de antaño, se han convertido en inquilinatos que se pagan de todas las formas posibles. Los puentes entre el rio Pasto son los “apartamentos” de los habitantes de calle y pareciese que los esfuerzo de varios líderes que han buscado transformar la cara del sector, van a parar en saco roto.

Espero que los próximos gobernantes miren con otros ojos estas calles, y cuando tengan que hacer algo lo hagan, de nada me sirve “embellecer” un barrio de gente pudiente, o pintar con cal una casa y dejar 100 mirando un chispero, nuestra ciudad necesita un alcalde y un concejo de verdad, no títeres y peleles, porque de lo contrario, pasaremos de ciudad creativa, a ciudad malandra.