Unos meses atrás se veía la Universidad de Nariño como el modelo de autonomía y democracia que debían de seguir las demás universidades públicas, en cuanto a la elección de sus rectores y decanos. La participación de estudiantes y profesores en los demás entes de gobierno y administrativos de la universidad, el debate y el respeto a la consulta. Lo sucedido entonces en la Universidad Nacional y en la de Antioquia permitió valorar lo logrado en la Universidad de Nariño y ponerlo como ejemplo para ser imitado. Sin embargo, ahora cuando se aproxima la fecha para la elección de Rector, se presenta una situación sui géneris, para llamarlo de alguna forma, que debe de tener prendidas las alarmas en todo el establecimiento universitario. Pues solo existe un candidato o candidata, la Señora rectora saliente.
Pues no hubo profesor o profesora en ninguna de las facultades con las que cuenta hoy el alma mater decidido a competirle en la carrera por el cargo. Lo que debería llevar a pensar en que la situación presentada obedece al excelente desempeño como administradora de la institución de la aspirante a continuar en la rectoría, mostrando como absurda cualquier pretensión de cambio. No obstante, el principio democrático que no puede perderse de vista, incluso para enaltecer la reelección, de darse, es el de permitir el disenso porque por más buen gobierno que haya sido siempre ha de existir la mirada contraria que demuestre al menos que pudo ser mejor.
Lo raro en todo este asunto consiste en que ninguno de los perteneciente a la institución habilitado para poner su nombre como opción diferente para el cargo de rector o rectora se haya animado a hacerlo. Más cuando se escucha en los corrillos universitarios comentarios que evidencian el descontento con lo actuado por la ex y actual única candidata al máximo cargo. El disgusto ante lo hecho y dejado de hacer por lo Doctora Martha Sofía Gonzales también lo advierte el que se promueva entre estudiante y docentes, ajenos al círculo del poder, el voto en blanco como único opositor a los deseos de la Doctora González Insuasti. Opción válida en cualquier escenario democrático que debe de ser respetada y no perseguida o desconocida como derecho, obligando a la comunidad universitaria con estas acciones a tener que elegir a la única candidata. Como cualquier gobierno de facto.
Razones deben de contar aquellos y aquellas que no quieren reelegir a la Dra. Gonzáles y promueven el voto en blanco, por lo que más que buscar su anulación debe de garantizárseles la participación y si hay que vencerlos se debería comenzar por hacerlo en el debate y no acudiendo a las mañas o jugarretas de la politiquería, como ha sido costumbre en esas las elecciones para elegir gobernantes locales, regionales o de la nación. No en el campus universitario, lugar excelente para el foro, por ser el punto de referencia de lo que debe de ser la discusión argumentada en contextos más amplios, dada su condición de reunir lo más selecto de la sociedad en cuanto al desarrollo del pensamiento critico y la investigación. Si en el espacio privilegiado para el pensamiento libre no se permite su libre expresión es porque algo no esta funcionando bien en todo el conjunto social. Lo que no solo debe preocupar sino ocupar toda la atención de quienes defienden la construcción de una cultura centrada en la valoración de lo humano y con ello de su entorno natural. Porque así, como ya se advirtió, ante lo sucedido con el nombramiento del rector de la universidad nacional, no se puede dejar que a la universidad se la tome el pensamiento mercantilista, acabando con sus principios fundacionales: pluralismo ideológico, excelencia académica y libertad de pensamiento. Ricardosarasty32@hotmail.com

