Una reflexión a partir del Evangelio dominical: Juan 2,1-11
No es una invitación al consumo de bebidas alcohólicas. En su evangelio, el Apóstol Juan nos propone 7 acciones de Jesús que no llama milagros sino señales. Y la primera de ellas es la transformación del agua en vino en las bodas de Caná. Desde esta lógica, no se debe mirar la literalidad de los hechos relatados sino lo que nos quieren enseñar.
Desde esta perspectiva, el vino en el contexto bíblico significa la alegría y el sabor de la vida de lo cual Jesús es la verdadera fuente. El acontecimiento de las bodas de Caná nos revela que una vida sin Jesús es como una boda sin vino. A partir de esto, se nos proponen actitudes que pueden ayudarnos a buscar en Jesús el camino que nos permita recuperar el sabor de la vida cuando la perdemos.
«No tienen vino». María, con esta apelación que hace a su Hijo, representa la humanidad que reconoce una carencia, un vacío. Las dificultades, las experiencias duras, las crisis, son algunas de las cosas que van minando la «reserva ética» que mantenemos a lo largo de la vida, hasta el punto que sentimos que no hay más de dónde echar mano para resistir, para sobreponernos.
Puede suceder que ante esto, o bien nos perdamos en ese sentimiento de vacío, para vivir una vida que vamos llenando o con frustraciones o con rebeldía. O también podemos caer en el negacionismo, en mirar para otro lado como si nada estuviera pasando, ante lo cual, procuramos asumir una vida aparentemente plena, tratando de colmarla con “otros vinos” que al final nos hunden más.
La expresión de María nos llama a confrontar nuestros vacíos y carencias, y a mirar a ese capital ético y espiritual que recibimos y con el que podemos “recargar” el alma con los valores y motivaciones que nos devuelvan las razones para seguir adelante.
«Hagan lo que Él les diga». Pero María nos sigue llevando más profundo. Nos invita a acudir a Jesús, pues Él es el “vino nuevo” que ha venido al mundo para llenarlo de nuevo con el sentido de la alegría y el amor de su Palabra, de sus enseñanzas.
Alguna vez el Papa Benedicto XVI invitaba a Europa a “no olvidar sus raíces cristianas”. Esto podemos aplicarlo a nuestra realidad. La fe cristiana es un legado que enriquece la diversa historia de nuestro pueblo. Y también llevamos en el corazón a María. Pues escuchemos su invitación: vayamos a Jesús, con la seguridad de que en Él vamos a encontrar lo que necesitamos para recargar de sentido la vida.
¡Que no nos falte Jesús!
Por: Mons. Juan Carlos Cárdenas Toro

