Hoy, 9 de febrero, celebramos el Día del Periodista Colombiano. Qué oportuna ocasión para reflexionar y repensar en el verdadero papel que, a través de la historia, desde el 9 de febrero de 1791, cuando aparece el primer periódico que se publicó en nuestro país, “El Papel Periódico de la Ciudad de Santafé de Bogotá”, ha jugado el periodismo colombiano, particularmente el periodismo nariñense, forjador indiscutible, con sus aciertos y desaciertos, del progreso de los pueblos.
Papel trascendental es el que juega un verdadero periodista, aquel que, venciendo múltiples vicisitudes, ofrendando hasta la propia vida, ejerce un periodismo libre, independiente; un periodismo crítico, investigativo, propositivo, pero lastimosamente esta clase de periodistas que tuvimos en el pasado quedan muy pocos en la actualidad; un periodismo que ejercen muchos por vocación y convicción, “sin cambiar su conciencia por un plato de lentejas” -“sin poner la pluma al servicio de la injusticia, al servicio de los déspotas, al servicio del gobierno, porque se pierde la esencia y el verdadero significado de lo que es o era el cuarto poder”- decía Carlos Martínez Madroñero.
El periodista debe asumir incondicionalmente compromiso con la realidad del país, bien sea desde las páginas de un periódico, de una revista; desde los micrófonos de una emisora o desde las pantallas de televisión, sin que le tiemble el pulso o se le resquebraje la voz, para contribuir de verdad, al progreso material, intelectual y cultural de una región, ejerciéndolo como un verdadero maestro que educa, que forma, que orienta, pero eso sí, haciendo un periodismo de verdad, ese que a muchos periodistas pastusos nos falta, pues solo así el periodismo será el baluarte, será la brújula, será el faro que nos guíe a todos en esta búsqueda de un nuevo país, un país en paz y con justicia social
Haciendo llegar a todos los periodistas de Pasto y de Nariño, particularmente a los de esta casa editorial, mis sinceras felicitaciones por este grandioso día. Los invito a que, de verdad, ejerzamos un buen periodismo, que construya no que destruya, y no permitamos que por una pauta nos pongan la mordaza y nos castren la objetividad, la independencia, el libre pensamiento, solo así nos sentiremos orgullosos de ser periodistas.
Por: Jorge Arturo Bravo

