En un emotivo gesto de compromiso social y empatía, los profesionales del Instituto Colsup de Pasto protagonizaron una jornada que desbordó alegría, amor y solidaridad en la comunidad de Cubijal Bajo, zona rural de la capital nariñense. Con el corazón puesto en los niños más necesitados, organizaron una actividad especial que se convirtió en una auténtica fiesta de esperanza en vísperas de Navidad.
Durante varios días, los profesionales, junto a sus familias y docentes, se unieron para reunir más de 160 regalos, que fueron entregados con cariño a los pequeños del sector. Más que obsequios materiales, cada paquete simbolizaba un mensaje de amor, unión y esperanza en tiempos donde la empatía y la generosidad cobran un valor inmenso.
Dinámicas
El evento, lleno de color y alegría, no se limitó a la entrega de regalos. Hubo rifas, dinámicas, juegos y actividades recreativas que transformaron la rutina diaria de los niños en una experiencia inolvidable. Las risas se mezclaron con la emoción y el entusiasmo, mientras los voluntarios compartían momentos de felicidad genuina con los menores y sus familias.
Uno de los momentos más significativos de la jornada fue la novena navideña, donde entre oraciones, villancicos y gestos de unión, se recordó el verdadero sentido de la Navidad: compartir desde el corazón y reconocer en el otro a un hermano. La actividad concluyó con abrazos, gratitud y la certeza de que los actos de bondad siempre dejan huellas imborrables.
Solidaridad
Para Andrea Farinango, docente que lideró la iniciativa, la jornada fue mucho más que un acto simbólico: “Este tipo de actividades nos enseñan que ayudar no solo transforma la vida de quien recibe, sino también de quien da. La solidaridad, el respeto y la empatía son valores que debemos practicar siempre, y en Navidad se viven con mayor fuerza”.
Farinango también resaltó el entusiasmo y compromiso de los profesionales que participaron:
“Ellos entendieron que la verdadera felicidad no está en lo que uno posee, sino en lo que puede entregar a los demás. Hoy dieron una lección de amor y humanidad que seguramente marcará sus vidas”. La comunidad de Cubijal Bajo recibió con profundo agradecimiento esta muestra de cariño. Los rostros de los niños, iluminados por la emoción, fueron el mejor reflejo del impacto de la jornada. “Fue un día mágico, lleno de juegos, regalos y alegría”, comentó una madre de familia visiblemente emocionada.
