Proceso de paz en Nariño, en estado terminal

Por: Pablo Emilio Obando

La comunidad nariñense se encuentra alarmada por la aparición de varios cuerpos sin vida en distintas partes de la geografía regional. El alcalde del municipio de Consacá informa que no se trata de masacres y que las autoridades investigan los hechos. Anuncia la presencia del ejército Nacional como garantía de tranquilidad y seguridad ciudadana.

Pero los hechos son contundentes y expresan una realidad diferente. En las mismas redes sociales se anuncia que «Tres cuerpos sin vida fueron hallados en la vía Ancuya–Consacá: investigan posible disputa entre grupos armados ilegales».  Igualmente se expresa con profunda consternación que «En una jornada marcada por la conmoción, las autoridades del departamento de Nariño confirmaron el hallazgo de tres cuerpos sin vida en distintos puntos de la vía que conecta los municipios de Ancuya, Sandoná y Consacá». .

Lo preocupante es la sospecha que puede ser producto del accionar de estructuras armadas ilegales, concretamente de las Autodefensas Unidas de Nariño»  (AÚN), del Ejército de Liberación Nacional y de Comuneros del Sur: «Aunque aún no se ha revelado la identidad de las víctimas, fuentes extraoficiales en la región indican que podrían estar vinculadas a una estructura armada ilegal emergente que se hace llamar Autodefensas Unidas de Nariño (AUN). Además, se conocieron versiones no confirmadas sobre una posible incursión de integrantes del Ejército de Liberación Nacional (ELN) en esta zona, lo que habría generado enfrentamientos con los Comuneros del Sur, una agrupación que actualmente adelanta un proceso de paz con el Gobierno Nacional.

Son muchos los puntos de la geografía regional de Nariño en los cuales se ha reportado una violencia generada por actores asociados al narcotráfico que tiene atemorizada a la población. Por su parte «Las autoridades, por el momento, manejan con cautela esta información mientras se avanza en las investigaciones judiciales y de inteligencia. No se descarta que el hecho esté relacionado con una disputa territorial por el control de rutas de movilidad, extorsión o economías ilícitas, dado el historial reciente de confrontaciones en sectores rurales de Nariño».

Hoy más que nunca se requiere la presencia del Estado y de sus instituciones. No se puede hablar de conquistas en materia de paz cuando todo indica que atravesamos el recrudecimiento de una guerra que se soslaya en diálogos mientras se expresa con balas y terror.

Lo dramático es que esta guerra ya llegó a las goteras de la capital nariñense. Consacá se encuentra a tan solo cuarenta minutos de Pasto en una vía que conforma la Circunvalar al Galeras. La Costa y la Sierra comparten en estos momentos una total incertidumbre, no obstante, los pronunciamientos de autoridades de los municipios donde se ha hecho el hallazgo de cuerpos sin vida.

Nariño fue considerado hasta hace tres décadas como EL REMANSO DE PAZ, título que se fue borrando del imaginario popular tras la irrupción del narcotráfico y de empresas asociadas a la minería ilegal que desplazaron y aterrorizaron a la población de diferentes sectores en su afán de apoderarse del territorio y controlar las rutas que facilitaban su accionar ilegal. Con la llegada de grupos armados ilegales como la guerrilla, las autodefensas y el crimen organizado la situación de orden público tomó rasgos insospechados.

Hoy, en medio de unos cacareados diálogos territoriales de paz la realidad es aterradora. Poblaciones enteras desplazadas, confinamiento y muerte de campesinos, asesinato de líderes indígenas y de defensores de derechos humanos.

Nariño vive una hora trágica y reclama paz, inversión y presencia del Estado.