Ricardo Sarasty

Privilegios no son derechos

Por: Ricardo Sarasty.

Cuando no se tiene claro en que consisten los derechos se termina creyendo que son los mismos privilegios. Pero no, un derecho es todo aquello que se encuentra en acuerdo con una regla. Un derecho debe de entenderse como la potestad que se ejerce sobre algo una vez se acata o cumple la norma establecida para ello, sin desviaciones, vacilaciones o rodeos.

También se considera como derecho aquello que se aprecia justo, por lo que para algunos todo lo contemplado dentro de la justicia son derechos, mientras que para otros la justicia tiene sentido en cuanto está para salvaguardar los derechos, por lo que únicamente se considera algo justo solo cuando se obra en consideración con los derechos.

Es así como ante un derecho la justicia debe ejercerse para que sea cumplido mas no imponerlo, pues de hacerlo terminaría convirtiéndolo en un deber y los deberes difieren de los derechos porque precisamente los primeros son obligaciones, imperativos, en tanto que los segundos obran por virtud de lo que debe ser en acuerdo con las reglas establecidas para que así sea.

Existe lo que es así porque no puede ser de otra manera y se conoce como hecho, vivir es por sí mismo un hecho y no puede confundirse con un derecho porque para solamente vivir no se tiene que acatar el cumplimiento de ningún prerrequisito establecido como regla requerida para merecer vivir. No obstante vivir en el marco de una sociedad requiere de hacerlo en condiciones dignas, garantes de la buena salud mental y física, por lo que el vivir con dignidad si es un derecho por lo que las condiciones para poder disfrutar de ese derecho deben de ser regladas para de esta manera hacer que se dé con justicia. Aquí es preciso distinguir todo cuanto se comporta en obediencia a la naturaleza y lo que solo atiende a la ley con el objetivo de permitir entender que los derechos son más el resultado de un actuar con apego a la normal moral que es la que termina instituyéndose como fundamento de lo jurídico.

Así se entiende entonces cuando se lee que el darle cumplimiento o el permitir que se disponga de un derecho más que una obligación de Estado, es un compromiso moral que no necesariamente debe de soportarse en el accionar de los jueces que deberían prever castigos por el incumplir o negar el acceso a un derecho.

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Ante el cumplimiento de los derechos y el garantizar que su disfrute sea para todos debe de existir más que exigencia, buena voluntad y disposición para hacerlo. No por razones diferentes cada vez que se han redactado las declaraciones de los derechos relativos al bienestar de los humanos, estas se han dado en cuanto que se requiere establecer unos mínimos éticos y morales para mejorar las condiciones de vida que afectan a los hombres, las mujeres, adultos, jóvenes o niños, sin que medie ninguna clase de distinción social, étnica, económica o política.

Cuando se establecen los derechos y se decide que solo algunos y no todos deben aspirar a ellos, más que darse en consecuencia con la observancia de las normas que los regulan, se impone que solo unos pocos pueden acceder a ellos, puesto que para poder obtenerlos se exigen condiciones especiales o se prevé de un dispositivo que selecciona a quienes si y a quienes no se les otorga ya no un derecho si no un privilegio. Situación anómala que da origen a una sociedad que no puede llamarse democrática sino oligárquica o aristócrata, elitista. Sin embargo, la democracia corre peligro también cuando se comienza a pensar que todo capricho debe de convertirse en derecho bajo el supuesto de que todo debe de ser para todos, aunque no lo amerite. Privilegios.