Padre Narciso Obando

PRESENTE Y FUTURO INCIERTO

Como colombiano y al igual que muchos compatriotas, sentimos gran preocupación por el presente y futuro de nuestro país, que se ve aquejado entre otros grandes males por el manejo inapropiado de los recursos públicos, la impunidad y por ende el enriquecimiento ilícito, que ha conducido a la falta de confianza en la política y los políticos. Ahora si detallamos caso por caso, todas las actividades ilícitas que se presentan, no terminaríamos nunca.

También vemos con profundo desasosiego el aumento de la inseguridad, la violencia, la polarización que divide, confronta y perjudica la democracia, la escasez de medicamentos, los enfermos abandonados a su suerte, el alto costo de los productos básicos de la canasta familiar, etc.

Podemos afirmar con absoluta certeza que un mal gobierno es artífice y generador de violencia que, al introducirse en las estructuras del sector público, se transforma en delincuencia organizada.

Para hacer frente a estos gravísimos males se requieren múltiples acciones conjuntas. Entre ellas, la reforma urgente de leyes y la creación de estamentos que, de forma integral, coordinada y en tiempo real, prevengan, identifiquen, investiguen y modifiquen situaciones o condiciones que propicien el delito y por supuesto sancionen oportuna y drásticamente, haciendo realidad la indemnización por los daños causados.

Desde el punto de vista internacional la justicia colombiana es considerada una de las más benévolas del mundo, ya que las condenas que se imponen, no están de acuerdo, al delito que se comete, y las sanciones impuestas brindan muchas garantías a los infractores; entonces los responsables nunca pagan una sanción justa, ya que ellos, siempre tendrán rebaja de penas, por decir que son culpables, por cuanto la ley así lo dispone.

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Tengamos siempre presente que el país es de todos, y que entre todos tenemos que sacarlo adelante haciéndonos más participativos a nivel personal, familiar, empresarial y social, valorando, respetando, promoviendo y defendiendo la vida, la dignidad, los derechos y los deberes de toda persona, actuando siempre con honestidad, verdad, justicia, rectitud, solidaridad y respeto al estado de derecho.

Nuestra sociedad necesita recuperar la confianza en aquellos en quienes ha depositado una responsabilidad institucional en bien de Colombia. Oremos para que el Señor cambie el corazón de los devotos del delito y se den cuenta que la dignidad viene del trabajo decente, del trabajo honrado, del trabajo de cada día y no de esos caminos más fáciles que al final te lo quitan todo, teniendo siempre en nuestra mente que Dios nos ha pedido llevar el pan a casa con nuestro trabajo honesto.