Antes de las elecciones territoriales, que no regionales, como se ha dicho, empecé a hacer presagios de lo que acontecería el domingo, concluyendo que debido a tantas causas y no solo por la abstención tradicional, ésta triunfaría, hecho que continúa siendo preocupante al ser una de las muchas limitaciones de nuestra democracia que solo se derrotará cuando se eleve la formación y cultura política de los colombianos.
Luego, la lógica me indicó que las fuerzas del Pacto Histórico y, por lo tanto, el presidente, perderían apoyo ciudadano, en razón a que ni siquiera ganaría en Bogotá, donde Gustavo Petro fue alcalde y ciudad que definió su elección como primer magistrado y, sobre todo, que el hecho iba a resultar contundente con la elección de Carlos Fernando Galán como alcalde en primera vuelta y que no se estrenaría la segunda vuelta como sucedió.
En consecuencia, anticipé que el mapa político sería cambiado, destacando la independencia de Bogotá que cuando ha habido presidentes de derecha, o mejor del sector tradicional, ha elegido alcaldes de izquierda y que ahora que hay presidente de izquierda, el nuevo alcalde sería Galán para buscar equilibrios, pues entre los muy distintos aspectos de la política ella implica acciones y reacciones.
Me preocupó, como desde mucho antes, que a raíz de los resultados electorales se aumenten los riesgos de que las reformas sociales no sean aprobadas, eso si bajo la admonición de que no se avanza desconociendo lo positivo que se tiene. Ello sería malbaratar una oportunidad, de pronto irrepetible, quien sabe por cuanto tiempo. En este sentido, el tono y contenido del mensaje del presidente de la República, luego de
las elecciones generan esperanzas.
A raíz de las elecciones, con mayor equilibrio de poderes, ojalá que sea más viable el acuerdo nacional, al cual ha hecho referencia el presidente en varias ocasiones y que, en consecuencia, es necesario que se expongan los contenidos que él debe tener, pues es lo único que determina su real viabilidad.
Y lo que es contradictorio, pero es un hecho real: que el presidente Petro haya perdido las elecciones, pero que no pierda mayor gobernabilidad, en razón del centralismo, a través del cual, por ejemplo, ejecutará durante el año que ya viene, un presupuesto de 502 billones de pesos, razón por la cual los gobernadores y alcaldes como los congresistas acudirán a él.
Pasadas estas elecciones, de manera anticipada se estará iniciando la campaña presidencial que será una manera importante de limitar el poder presidencial y de hacerle ver al presidente Petro que su salida del poder cada día se acerca más, con lo cual se le cerrarán las posibilidades de mantenimiento en el poder más allá de los cuatro años de gobierno y de que le suceda alguien de su equipo.
Así como las elecciones, en líneas generales, se llevaron a cabo en medio de un orden público aceptable, del mayor equilibrio de poderes como resultado de ellas, deberían aparecer mayores escenarios de paz y convivencia que combatan la pugnacidad, para que la postura política de la búsqueda del bien común general prime sobre la de amigo-enemigo y para que cuantas veces sea posible se aproveche el inmenso poder del silencio. @ricaurtelosada

