POR: JORGE HERNANDO CARVAJAL PÉREZ
No sé las razones por las cuales ayer me acordé de tiempos pasados y me vinieron a la memoria las historias que me contaban mi abuelo, Hernando Pérez y mi padre, Jorge Carvajal Perlaza, a quienes heredé el amor por el periodismo.
Ellos me contaron que hubo unas épocas en la que unos señores enviados por el Gobierno Nacional de turno, llegaban a los periódicos, a revisar con una lupa el material que iba a salir publicado al día siguiente y sí las noticias no les gustaban, ordenaban que se quitaran y en su lugar se colocarán otras informaciones.
Acontece que a estas personas no les gustaban mucho, las noticias en las que se criticaba al señor presidente de la República por alguna de sus acciones y en general, tampoco era de su agrado que se hablara mal del gobierno. Para ello, los censores, como se llamaban, se leían el periódico de cabo a rabo y solo dejaban las noticias elogiosas en torno al régimen, por lo que cada noche los periodistas tenían que trasnochar, en la elaboración de nuevas informaciones para reemplazar las que tenían que ser retiradas. Naturalmente, el énfasis de quienes todos los días visitaban los periódicos, estaba en el tema político, pero tampoco se salvaban las informaciones deportivas, puesto que una vez una de los censores, hincha de Santa Fe, mandó a retirar una crónica en la que se decía que Millonarios había goleado al equipo de sus entretelas.
Sobra decir que, en esos tiempos difíciles, los editores y los periodistas, se rebuscaban una y otra vez, mil maneras de burlar la censura de prensa y a veces les salía la cosa bien.
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En ese sentido, quedó para la historia, el caso de un periódico de Bogotá, donde una noche, el Editorial fue retirado una y otra vez por los censores, hasta que ya a punto de cerrar el periódico, se tuvo una idea brillante: resulta que se tenía un aviso que publicitaba un jarabe para la tos y ese aviso fue a parar al espacio del Editorial. Decía “Silencio no tosa” y se constituyó para la posteridad en la réplica más brillante contra la censura de prensa.
Para fortuna del periodismo colombiano, los censores de prensa ya no existen, pero no sé por qué ayer me acorde de esas historias que me contaban mi abuelo y mi padre. Añoranzas que le dan a uno…

