Un estudio internacional revela que ciertas flores tienen un “perfume” más complejo, lo que les permite atraer más insectos polinizadores y al mismo tiempo repeler bacterias en sus pétalos. Los investigadores analizaron especies vegetales de zonas alpinas donde las condiciones son exigentes y descubrieron que las flores con mayor variedad de compuestos aromáticos reciben más visitas de abejas, mariposas, moscas y escarabajos.
El equipo estudió flores recogidas en altitudes entre 1.100 y 2.750 metros sobre el nivel del mar, determinando la diversidad de los volátiles emitidos por cada flor mediante cromatografía y espectrometría de masas. Luego, contaron cuántos y qué tipos de insectos visitaban las flores, y también evaluaron la variedad de bacterias presentes en la superficie de los pétalos. Los resultados mostraron que cuanto mayor era la complejidad del aroma —lo que los científicos llaman “quimiodiversidad”—, mayor era el número de visitantes insectos y menor la diversidad de bacterias asociadas.
Los autores proponen una explicación basada en lo que denominan la “Hipótesis del Polinizador Sucio”. Según esta idea, aunque los insectos polinizadores pueden transportar microbios de una flor a otra, un aroma más complejo actúa como filtro químico: favorece a los polinizadores deseados y dificulta la colonización por bacterias dañinas. De esta forma, las plantas logran un doble objetivo: optimizar la polinización y reducir riesgos infecciosos.
Los hallazgos podrían tener aplicaciones prácticas importantes, tanto para el cuidado de ecosistemas naturales como para la mejora de cultivos agrícolas al favorecer las visitas de polinizadores y disminuir la presencia de microbios adversos. Los investigadores señalan que todavía se requieren estudios en ambientes distintos a los alpinos y con otras especies para confirmar la generalidad de estos mecanismos.

