POR LA VIDA Y LA PAZ

Ayer Pasto se unió a la ‘Marcha del Silencio’, una gran convocatoria nacional en solidaridad con el senador y precandidato presidencial, Miguel Uribe Turbay, víctima de un aleve atentado el pasado 7 de junio en la ciudad de Bogotá.

Pero, además, esos miles de personas que marcharon por las calles de las principales ciudades del país, exteriorizaron su rotundo rechazo a lo que parece ser el regreso de una violencia política, que en el pasado en nuestro país les costó la vida a cuatro candidatos presidenciales. En síntesis, también se marchó por la paz, que es lo que hoy anhelamos millones de colombianos por el bienestar de nuestra democracia.

Fue la misma petición que hace 73 años, hizo en la Plaza de Bolívar de la capital de la República, el caudillo liberal, Jorge Eliécer Gaitán, en una jornada que él denominó como la ‘Marcha del Silencio’, sin saber que ese nombre iba a perdurar por siempre y que, en los años venideros, Colombia iba a ser escenario de varias marchas del silencio.

Un 7 de febrero de 1948, dos meses antes de ser asesinado, Gaitán convocó a la que sería la primera gran “Marcha del Silencio”, que se convertiría en una de las manifestaciones más multitudinarias que hasta ese día, se hubieran visto en Bogotá, con más de 50 mil personas en la Plaza de Bolívar.

Ese día, Jorge Eliecer Gaitán convocó a esa jornada pacífica y silenciosa, contra la violencia política que en esos tiempos azotaba al país y en su famosa “Oración por la Paz”, pidió al Gobierno Nacional que cesara la enconada violencia política, dirigida en especial, a los militantes del Partido Liberal.

Desde entonces, nuestro país ha sido escenario de varias marchas del silencio, entre las que se destaca la que se hizo con motivo del asesinato del que fue víctima, el candidato a la presidencia de la República, Luis Carlos Galán.

Ayer en Pasto, tuvimos una jornada emotiva, que culminó con un oficio religioso en la Catedral, pero no queremos que nuestro país sea escenario de más marchas del silencio. Lo que deseamos  es que se le baje el tono a las peleas entre los políticos, a los insultos  e improperios, causa para que se exalten los ánimos y se incuben episodios de violencia, como el atentado contra Miguel Uribe.

Hoy, lo que anhelamos luego de la reaparición de esos fantasmas del pasado que se revivieron con el atentado a Miguel Uribe, es que nunca más volvamos a afrontar esa violencia política que tanto daño nos ha hecho a través de los años.

No queremos volver a los tétricos años de los atentados criminales a los candidatos como acaba de ocurrir en el triste episodio del precandidato a la presidencia de la República, Miguel Uribe. Nos estamos refiriendo a un lamentable episodio, que a todos los colombianos nos ha puesto en estado de máxima alerta, por todo el alarmante significado que representa, el que un jovenzuelo de 14 años, le dispare en la cabeza a un senador y aspirante presidencial.

Se trata de un atentado a nuestra democracia, que se produjo, cuando Colombia ya se encuentra en plena campaña política, de cara a las elecciones para el Senado y la Cámara de Representantes del 8 de marzo de 2026 y las elecciones para la presidencia de la República, del 31 de mayo del mismo año.

Por lo tanto, ayer en el marco de la Marcha del Silencio que se realizó en la ciudad de Pasto, nos invadieron varias inquietudes, en la principal, es que como están las cosas, el próximo año nuestra Democracia, con seguridad, está en camino de afrontar la prueba más dura de los últimos tiempos.

Por ahora, esperamos que el senador y precandidato Miguel Uribe, prosiga con su proceso de recuperación. Pero también esperamos, luego de la captura de tres personas, conocer de manera clara, quienes fueron los culpables de su atentado.