Luis Eduardo Solarte.

PETRO, EL ENCANTADOR DE SERPIENTES

Por. Luis Eduardo Solarte Pastás

Las serpientes no se yerguen fascinadas por la música del flautista. No lo hacen por la simple razón de que son sordas: se guían por las vibraciones en el aire que producen los sonidos y los movimientos.

Su sentido más desarrollado es el olfato, que reside principalmente en la lengua y por eso la proyectan hacia delante cuando cazan. Pueden también sentir las vibraciones en el suelo a través de su vientre. Pero no pueden oír.

Por eso no se tranquilizan por la música de la flauta, sino por el movimiento suave del instrumento en manos del encantador y, sobre todo, por el tintineo de las monedas en el platillo de la recaudación. Siguen los movimientos con la cabeza, aparentemente hipnotizadas. Pero lo que hacen en realidad es disponerse a captar mejor las vibraciones que en el aire producen los objetos que se mueven.

A los políticos les encanta que les llamen encantadores de serpientes. Hacen como que se enfadan pero se sienten felices porque, de entrada, se reconoce públicamente que los seguidores los que seducen son auténticas serpientes; segundo porque usan su habilidad para salir indemnes de pronto  de las mordeduras venenosas en algún momento se llegase a presentar.

Alcibíades, uno de los ciudadanos más notables de la democracia ateniense, discípulo de Pericles, poseía una notable capacidad de seducción, y sabía utilizarla en su provecho para granjearse el favor de las masas y de los poderosos. Fue el primer político al que los ciudadanos llamaron encantador de serpientes hace veinticinco siglos.

El listado es amplio, pero estos son sólo algunos nombres de dictadores a quienes en su momento calificaron como “encantadores de serpientes”: Aparicio Méndez (Uruguay),  Hugo Banzer (Bolivia), Juan Velasco Alvarado (Perú), Humberto Branco (Brasil), José Antonio Páez (Venezuela), Anastasio Somoza (Nicaragua), Tiburcio Carias Andino (Honduras), Carlos Castillo Armas (Guatemala), Porfirio Díaz (México), Francois Duvalier (Haití), Rafael Leonidas Trujillo (República Dominicana) y Gustavo Rojas Pinilla para la cuota de Colombia.

Y encantadores de serpientes también se ha llamado Fidel Castro de Cuba, Augusto Pinochet de Chile, Daniel Ortega de Nicaragua, Hugo Chávez y Nicolás Maduro de Venezuela y a Gustavo Petro en Colombia. Sólo que conviene recordar que las serpientes son sordas y el sonido que mejor detectan es el de las monedas. Esas sí que producen buenas vibraciones.

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Tras el discurso del ilustre presidente de los colombianos Gustavo Petro dentro de la Segunda Asamblea de la Colombia Humana, en donde a más de calificar a sus compatriotas que le gritan “fuera Petro” de asesinos y decir que por ser él color café con leche no lo quieren los ricos y poderosos del país, muchas fueron las reacciones que se presentaron tanto en círculos políticos como de opinión.

Es así como la senadora del Centro Democrático María Fernando Cabal, arremetió contra Gustavo Petro y en especial de los diferentes lujos que tiene él y su familia a costa de su puesto de la presidencia. Prácticamente, dijo que “Petro no es más que un farsante como todo comunista que habla como pobre y vive como millonario”.

Sin embargo, los únicos que vibran como las serpientes por las palabras y las monedas del flautista Gustavo Petro, son sus enceguecidos fieles y militantes  seguidores, quienes pareciera que fueran los únicos que viven en este país de contrastes.

solarpastas@hotmail.com