Manuel Eraso.

Rayos y centellas… autocritica al periodismo

Ismael Botina popular maestro Buchón, a propósito de la celebración del “Día del periodista en Colombia”, el 9 de febrero, rompe el silencio y pone sobre la mesa, una serie de consideraciones personales que se convierten en autocritica del ejercicio  del periodismo. Y nace esta crítica, desde el momento mismo,  cuando la Corte Constitucional de Colombia, mediante sentencia del 19 de marzo de 1988, tumba el Estatuto de periodismo, y acaba con la tarjeta de periodista.

 -La Corte Constitucional dejó sin vigor la Ley 51 de 1975, mediante la cual fue adoptado el Estatuto del Periodista.

Los miembros del alto tribunal (nueve en total) acogieron unánimemente el proyecto de fallo presentado por el magistrado Carlos Gaviria Díaz.

En su sentencia la Corte reivindica la libertad de expresión y el derecho a la información y advierte que la posibilidad de informar no puede convertirse en privilegio de unas cuantas personas-

Desde ese momento, el periodismo pasó a convertirse en un oficio libre, tal como lo es un zapatero o cualquier otro noble  ciudadano. Cualquiera puede informar y opinar. Ponerle condiciones, es censura.

Este pronunciamiento dejó sin piso las facultades de Comunicación y Periodismo, sin embargo en Pasto, la Universidad Mariana, continua ilusionando a jóvenes, que una vez concluyen sus estudios, salen a un mercado vacío. Lo mismo ocurre con la Unad. 

En nuestro medio, cualquiera puede ser periodista, mientras no se demuestre lo contrario; esto generó una proliferación de espacios radiales, televisivos y en redes sociales que lejos de contribuir a la información, más bien confunden. Llegar a una rueda de prensa es encontrarse con una montonera de gente que llega tras pedir favores al funcionario de turno.

Las oficinas gubernamentales, se llenaron de jefes de prensa, dentro de una abultada burocracia, paquidérmica. Se confunde el papel del jefe de prensa, y se cree que la obligación es “charle flores al jefe que lo nombró”, mediante extensos comunicados que no los lee ni entiende nadie. 

Hoy por hoy, estamos frente  una proliferación excesiva de periodistas, cada quien es dueño de un espacio bien sea en la radio, televisión  o internet y se cree dueño de la verdad.

 La informalidad como vienen trabajando una buena cantidad de periodistas, sin ninguna vinculación laboral, es aterradora. Mientras pague, tiene derecho hablar y opinar a su antojo.

Continuar sacando egresados de las facultades para lanzarlos al vacío, es una irresponsabilidad.

Yo, no voy a ruedas de  prensa, porque dentro de la montonera, el mensaje que quiere dar el funcionario se confunde. En la última vez que asistí, conté más de 200 periodistas en Pasto. Me pregunto: ¿de dónde salen tantos?

Es el momento de hacer un pare y reflexionar. Se confunde la crítica con el insulto. Como vamos, vamos mal.

Más temprano que tarde, se silenciará para siempre una emisora emblemática como lo es La Voz del Galeras – aclaro- no por culpa de periodistas, sino por el pésimo manejo administrativo.

Feliz día, periodistas.