Mauricio Muñoz.

No hay peor sordo…

Los últimos fines de semana en nuestra ciudad han sido marcados por los accidentes de tránsito y las tragedias que estos conllevaban, lastimosamente las campañas para mitigar estas situaciones poco y nada han servido cuando de por medio hay una botella de licor o algún tipo de alucinógeno que nos hace creernos inmunes a los accidentes o hasta inmortales.

Años atrás se adelantó una campaña de concientización a nivel nacional para reducir los índices de accidentalidad, que en aquella época no eran tan altos como los que se registran a día de hoy, muchos de ustedes queridos lectores recordarán las estrellas negras que aparecieron en algunas calles de Pasto y que realmente enviaban un mensaje chocante, pero vehemente, mirar una estrella negra pintada en el pavimento no solo era un simple señal, era traer al presente que una personas, una mujer, un hombre, un niño, una niña o un anciano murió en ese lugar a causa de la imprudencia de un conductor.

Hoy, cuando en Pasto el tema de accidentalidad se ha convertido en un problema inmanejable, tengo la plena seguridad que necesitamos mensajes fuerte y vehementes, como aquellas estrellas negras, para que quienes somos actores viales nos concienticemos a la hora de tomar un volante o la dirección de una motocicleta, porque de lo contrario, más y más vidas se seguirán perdiendo a causa de quienes no tienen un ápice de cultura vial y ciudadana.

Es que realmente estamos hablando de una situación que se sale de las manos, es inaudito pensar que después de lo ocurrido días atrás, cuando dos menores de edad perdieron la vida en un accidente de tránsito, a la siguiente semana, otros dos casos similares se vuelvan a presentar en la ciudad, y es que aquí el mensaje es claro, esto no lo arregla el alcalde de turno, o la secretaria de tránsito, o de la policía nacional, esto es un tema de cultura y de formación, esa que nos dieron, dan y nos darán en casa y que es la que nos permite entender y comprender que no somos entes en un mundo aparte, por el contrario, somos miembros de una sociedad y como tal, debemos respetar y actuar en pos del cuidado de los míos y de los demás. Cuando usted ingiere licor y se sube a un vehículo, aumenta en un 60% las probabilidades de causar un accidente, y si al licor le sumamos además estupefacientes, el coctel está servido para que quien conduce el vehículo despierte tras las rejas, o en un hospital, o en el peor de los cosas, nunca más vuelva a abrir los ojos.

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Señores lectores, de nosotros depende que los accidentes de tránsito se reduzcan, desde la administración municipal se está haciendo todo lo humanamente posible, pero de aquí en adelante, el trabajo es nuestro, si se va de rumba, deje las llaves de su auto, mejor transpórtese en taxi o haga uso de alguna plataforma de movilidad confiable, lo que usted tenga a bien; y si por alguna razón usted es de aquellos que para sentirse bien necesita consumir de todo, pues sea consciente que no vive en el mundo de Alicia en el país de las maravillas, tenga presente que comparte su espacio de vida con otros 450 mil pastusos, así que no se ponga al frente del volante de ningún automóvil o similar. Contar un final diferente a la historia que estamos narrando, está en manos de todos.