RICARDO SARASTY

Pecados de lengua

La construcción de la ética y la moral de culturas como las desarrolladas al amparo del catolicismo, enmarcado en las leyes de la Tora, en cuanto que tiene a Cristo como su mayor y más importante guía espiritual y Jesús Cristo es judío y su fe no fue otra diferente a la de sus hermanos, solo que en su tiempo la interpretación de la doctrina como fundamento de los principios morales de parte del gobierno eclesiástico, no podía ser aceptada porque la convertía en justificación de la inequidad, de la injusticia, con la que las castas superiores de la nación judía gobernaba a los señalados por estos mismos como inferiores.

Por ello él, Cristo, insistió una y otra vez en que no vino a la tierra a fundar otra iglesia, a instaurar otro reinado, pues su misión no era otra que la de defender como única la de sus ascendentes Abraham, Moisés, José, David, Salomón y toda esa pléyade de profetas que habían defendido y educado al pueblo haciendo valer esos principios morales por los cuales el también moriría: Paz, justicia, libertad.

Todos los pueblos han tenido como origen y fundamento la palabra. El verbo está en el inicio y se convierte en la esencia de lo que es y no es, nada puede ser posible por fuera de él. Esta valoración de la palabra si que esta presente en la cultura religiosa de la cual occidente es su heredera y por lo tanto ha sido y es la única garante de la verdad, sustancia que determina que una cosa solo puede ser ella y no otra.

No por otra razón entre las leyes que rigen el orden social entre el pueblo hebreo y demás culturas afines no hay falta que amerita castigo más severo que aquello que pone en entre dicho la confianza en la palabra, pues su virtud es la justicia, la libertad y la paz misma. Así se entiende el porque en el octavo mandamiento de la ley mosaica se prohíba mentir o levantar falsos testimonios.

Ya que nada más condenable que ese decir que pone en grave riesgo el bienestar del, ese mal decir proveniente de la codicia, el egoísmo, el odio y la envidia. Así se lee y entiende en el libro Deuteronomio, 13:1-18, donde Moisés exhorta a denunciar y sancionar con rigor a todo aquel que muestra y ofrezca como verdad aquello que no pueda comprobarse como real, desde dioses hasta milagros y peligros. Pues se desdice o sea se niega a Dios como única verdad.

El valor del juramento o el comprometer la palabra como garante de la verdad resulta de lo imprescindible que es cuando de realizar acciones solo posibles mediante su empleo como para ofrecer disculpas, prometer, quejarse, agradecer, establecer compromisos u organizar alianzas.

Por lo tanto, con el poder del verbo se invisten los designados o referidos para dar fe con nombre de que no se altera su valor por no por otra razón los jueces y notarios deben de ser probos, su virtud no debería ponerse a prueba en tanto que son la verdad de lo que representan y dicen que es.

Un juez no debe de mentir y si lo hace la falta no puede ser sino grave en máxima medida por lo que le debiera corresponder a él y todos cuantos se favorecen de la mentira la sanción más severa por cuanto si no abusaron de su poder para falsear la realidad se prestaron o convalidaron el que otros lo hicieran devaluando la palabra mediante el juramento vano, el testimonio embustero, la prueba mendaz y el argumento que, aunque bellamente elaborado, no representa sino lo mezquino de un ser humano que se aleja de su Dios verdadero destruyendo la palabra. ricardosarasty32@hotmail.com