Pastusos pilosos

Chucho Martinez

Definitivamente los pastusos somos unos duros, para no decir verracos: fabricamos submarinos para exportar veneno a los gringos y no solo nos inventamos los mejores cuentos de pastusos, sino que nos reímos de nosotros mismos como un acto de madurez e inteligencia. Los pastusos enfrentaron al ejército corsario en el siglo XVII; Tamasagra y Capusigra detuvieron el avance del imperio Inca; los comuneros del Sur liderados por Francisca Aucú y Manuela Cumbal se levantaron en contra del recudimiento de diezmos en Guaitarilla en 1.800. Para defender su autonomía, los pastusos, le dieron la pambaceada al ejército libertador, que originó los peyorativos chistes pastusos; en Consacá encarcelaron al presidente Alfonso López Pumarejo; y quemaron las oficinas del periódico El Espectador porque una periodista se burló de los pastusos.

Los pastusos somos multifacéticos; por ejemplo, cuando se reactivó el Galeras todos éramos vulcanólogos y rescatistas; cuando las pirámides, todos éramos economistas y el que menos egiptólogo; cuando hay elecciones somos politólogos y adivinos; cuando las imputaciones al gobernador por las 80 mil botellas de trago fuimos penalistas y carceleros; cuando el Deportivo Pasto pierde somos los mejores directores técnicos e implacables directivos; cuando la prohibición del uso de la carioca, todos resultamos ambientalistas o defensores del arte popular.

En el ejército, a los soldados pastusos los llaman los tigres del sur; en las universidades del norte, se destacan por ser buenos estudiantes, buenos para echar piedra y entejarse chumados y amnésicos al otro día.

-¿Qué haces cargado ese bulto de concentrado si no tienes perro?. -¿No ves que están en promoción?. El primer buche antes de soplar el gallo de pelea es para el gallero. Los primeros animalistas y feministas fuimos los niños que correteábamos a palazos a los perros que arrastraban por la cola a unas pobres perritas chiquitas.

¿Y que después de esto nos digan pendejos? ¡Las guacas! Eso sin contar historias de muchos prohombres que nos hacen quedar bien a nivel nacional e internacional.

Sin embargo, las caleñas no recomiendan casarse con pastusos porque dicen que somos machistas, celosos y sobre todo tacaños, que finalmente es lo que más cuenta.

El ser pastuso va más allá del cuento y del hablado trinado con son sureño, es un estado del alma que nos hace orgullosos.

Por: Chucho Martínez

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