Las elecciones de los Consejos Municipales y Locales de Juventud dejaron un panorama político que reafirma el peso de los partidos tradicionales en Colombia. En una jornada marcada por la baja participación, las colectividades Liberal, Conservadora y Centro Democrático se consolidaron como las más votadas, mientras los movimientos de izquierda y las listas independientes enfrentaron un desempeño más discreto.
De acuerdo con los datos preliminares de la Registraduría Nacional, el Partido Liberal obtuvo la mayor cantidad de votos, seguido del Partido Conservador y el Centro Democrático, que lograron mantener estructuras sólidas en regiones clave del país. Estos resultados confirman la capacidad de las fuerzas tradicionales para movilizar a sus bases, incluso entre las generaciones más jóvenes.
Por el contrario, los movimientos alternativos y de izquierda —algunos cercanos al gobierno nacional— no lograron capitalizar la participación juvenil. Pese a las expectativas, las listas afines al petrismo y a sectores progresistas registraron una caída importante en comparación con los comicios anteriores, evidenciando un distanciamiento entre su discurso político y las preocupaciones actuales de los jóvenes, como el empleo, la educación y la seguridad.
El abstencionismo fue otro protagonista de la jornada. Solo alrededor del 13 % de los jóvenes habilitados para votar acudieron a las urnas, reflejando el desinterés o la falta de confianza en los mecanismos de representación. Expertos en temas juveniles coinciden en que este dato debe interpretarse como una alerta sobre la desconexión entre la política institucional y las nuevas generaciones.
Pese a ello, los resultados también mostraron un crecimiento de los movimientos independientes, que lograron posicionarse en algunas ciudades principales, especialmente con agendas relacionadas con el cambio climático, la participación digital y la equidad de género.
Para los analistas, la elección envía un mensaje claro: la juventud colombiana aún confía, en buena parte, en las estructuras tradicionales, pero demanda renovación en las propuestas y una comunicación más cercana. De cara a los procesos electorales de 2026, el reto será conectar la política juvenil con la realidad social y económica que vive el país.

