Bajo ese titulo el exsenador Darío Martínez Betancourt escribe un artículo en el periódico digital “Cali 24 horas”.
Entre las cosas que dice están las siguientes: «Tenemos 30 partidos políticos. Hay partidotes y partiditos, algunos con personería jurídica ganada no en la plaza pública electoralmente, sino en los altos tribunales. Ciertos partidos tienen propietarios y se manejan como fincas particulares, reciben frondosos aportes económicos estatales y se constituyen en un pingüe negocio pagado por los impuestos de todos los colombianos.
En Colombia la Constitución asocia a los partidos con los programas políticos, no se mencionan las ideas, ideologías o doctrinas.
Nuestra realidad política desvirtúa la esencia de los partidos como orientadores de un pensamiento político y como intermediarios entre el individuo, la sociedad y el estado en búsqueda del bienestar colectivo. Lamentablemente en Colombia en vez de partidos, existen pasiones políticas, la mayoría de estas, bajas e innobles. La égida es el odio, la destrucción del adversario, la ira, las emociones y los malos sentimientos excluyendo ideas y programas.
La lucha política se convierte en una actividad netamente electoral y la conquista del poder en una retribución burocrática. Nuestra esencia constitucional no abrió las puertas como se cree, a los partidos políticos para que se instalen y sean el punto de referencia de la relación jurídica estatal sustituyendo al individuo a la sociedad y al pueblo como depositario primario de la soberanía.
Los miembros de cuerpos colegiados de elección directa representan al pueblo y no a los partidos políticos y deberían actuar consultando la justicia y el bien común como lo ordena la constitución. Los partidos sustituyen la voluntad popular causando una herida profunda a la maltrecha democracia formal, pero más grave aún, los directorios políticos y los “jefes naturales” de los partidos petrificados como si fueran sus dueños son quienes ejercen la representación política, los miembros de las corporaciones públicas terminaron siendo simples vasallos.
Las bancadas actúan con abyección. El régimen presidencial y el congresional fueron desplazados por el régimen de partidos, estos forman y deforman la integración y funcionamiento de las corporaciones públicas no es más que ver la manera de conformar las listas electorales reducidas al aspecto numérico de votos para sobrepasar el umbral electoral sin importar los compromisos con las ideas, programas y el pueblo”

