Por: Víctor Rivas Martínez
En sus 47 viajes apostólicos, el papa Francisco se caracterizó por su aprecio y cercanía con los más vulnerables, siempre abogó por la paz y la justicia social.
En sus intervenciones, con tono pausado, siempre promovía el espíritu solidario, sin exclusión alguna, defendiendo una vida digna para los más pobres.
Hablo del perdón como un medio que nos permitiría vivir mejor entre hermanos. Siempre nos recordaba que: “Dios nunca se cansa de perdonar, somos nosotros los que nos cansamos de pedir perdón”. Que frase tan llena de sabiduría. Si fuésemos capaces de perdonar el mundo sin duda sería distinto. A renglón seguido afirmaba: «Él perdona siempre, cualquiera sea la situación de quien pide perdón y vuelve al buen camino”.
Con relación al papel de la iglesia en este convulsionado mundo que vivimos decía: “Prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad”. Con este mensaje quería que la iglesia abriera sus puertas al mundo terrenal, para que se identifique con las necesidades de sus seguidores, para volverla más cercana y humana.
En un encuentro con los jóvenes les dijo: “Hagan lío”. invitándoles a cuestionar el mundo que nos rodea y a encontrar con el diálogo las soluciones. » Pero no se queden callados»
Con relación al poder del dinero que todo lo compras y corrompe dijo: “El dinero debe servir y no gobernar”
“El mundo necesita más puentes y menos muros” «Porque la guerra es sólo muerte de personas, destrucción de casas, hospitales y escuelas. La guerra siempre deja al mundo peor que antes, para todos es siempre una derrota dolorosa y trágica».
“Cuiden la casa común”. Con esta frase siempre nos invitó a cuidar la tierra y la naturaleza.
Con sus últimos alientos, el domingo de resurrección dijo: «No se olviden de rezar por mí». Ahora le pedimos que desde el cielo no se olvide de rezar por nosotros. Correo: Rivas1957@gmail.com

