jorge arturo bravo

Hace 4 años ya vivíamos el terror  de la pandemia

Hace cuatro años, el 29 de marzo de 2020, el Presidente Iván Duque y el Ministerio de Salud, en una trascendental medida de prevención, ordenaron a los colombianos una cuarentena de encierro en nuestros hogares, cierre de instituciones educativas, prohibición de eventos masivos, incluidos los de la Semana Santa; aumentaron y las precauciones individuales lavado de manos, distanciamiento físico y tapabocas.

Nadie entendía lo que estaba sucediendo; en el mundo entero se empezaba a hablar del Covid-19, que ya en Europa estaba dejando centenares de muertos, las imágenes que mostraba la televisión nos llenaban de miedo, no podíamos creer lo que estaba pasando; “ya llegó la pandemia a Colombia, también a Pasto”, decían los noticieros, la angustia en nosotros crecía, y mucho más, cuando comenzamos a enterarnos que amigos y conocidos estaban muriendo; ya no fueron cuarenta días de encierro, fueron sesenta, ochenta, cien y muchos más.

Nadie estaba preparado para soportar esta difícil situación, estudiantes y profesores, entraron a la virtualidad, con todos los inconvenientes que esto ocasionaba; gente que perdió su empleo, que perdieron sus negocios, y aumentaba la calamidad económica para muchas familias: llegaron las ayudas económicas del gobierno pero se aprovecharon los “más vivos”, los que no permitieron que esas ayudas llegasen a dónde realmente se las necesitaba.

Los medios de comunicación continuaban su trabajo, informando lo que  sucedía en Pasto, Nariño, Colombia y el mundo; el número de muertos iba en aumento, la desolación y la angustia era total; los católicos aferrados a Dios implorando protección por todos, por la familia, por los médicos, enfermeras, camilleros, de hospitales y clínicas, que se exponían a ser contagiados, por  salvar las vidas de quienes a diario llegaban a ellos. Cuántos médicos, médicas y enfermeras !por Dios! también murieron.

Poco a poco, fueron llegando las vacunas; todos acudimos a ellas; la pandemia fue disminuyendo, volviendo a la normalidad, después de casi dos años terribles y hoy; a quienes el Todopoderoso nos dio otra oportunidad de vida, elevamos una plegaria por todos; prometimos que después de la pandemia íbamos cambiar, a ser una mejor persona, muchas lo cumplieron, otros han seguido igual o peor.