La guerra de Israel y Hamas del 7 de octubre, desencadena tensiones en oriente, que reúne a 10 estados donde vive el 5,6% de la población mundial, por causa de este efecto domino, los focos en donde se incendia esta parte del mundo, se pueden enumerar claramente: por supuesto Israel y Gaza, Cisjordania, Líbano, Siria, Kurdistán, Armenia, ASerbayan, Irak, Irán, Paquistán en su territorio de Baluchistán, y el que mas afecta el comercio mundial Yemen, que se extiende al bloqueo sobre el mar Rojo, indispensable para occidente.
Al tiempo que crece la tensión mundial, aumentan las protestas contra Israel por los escombros a que ha quedado reducida Gaza en la Palestina ocupada y asediada por Israel junto al Mediterráneo.
En Occidente las elecciones de noviembre en Estados Unidos complican cada vez mas la continuidad de Biden en el gobierno, con el agravante para los demócratas que el fantasma de Trump parece incontenible, si esto se llegara a materializar, desde ya esta proyectando un manto de preocupación en América Latina.
Los avances que se bislumbran sobre el cambio climático, con la política de algunos países, entre ellos Colombia y Brasil, de sustituir los combustibles fósiles por otros limpios, corre un grave riesgo. Basta recordar la actitud de Trump retirando su país del Tratado de Paris, los muros en la frontera con México para detener la migración y otras políticas de estado de la extrema derecha en el continente Latinoamericano.
Las consecuencias de la guerra en Ucrania para la región son palpables por el suministro de cereales, alimentos agrícolas y la importación de maquinaria de ese país. Siempre que se toca la geopolítica, sin remedio aparece una sombra gigante que está sustituyendo a Norteamérica, llamada China.
El factor de la nueva potencia mundial ya es imprescindible para África y América latina, inundados por productos chinos, inversiones financieras u obras de infraestructura.