En las calles de Pasto la ley de la selva es la que rige, que sobreviva el más fuerte; no me refiero a la fuerza física, sino más bien a la ‘malicia indígena’, al más vivo, al que pueda invadir el carril del otro con mayor facilidad.
Esta situación desde inicio de año ha hecho que se presenten diversos incidentes viales en las calles de la ciudad, por ello mi llamado a todos los actores viales, peatones, biciusuarios, conductores de motos, vehículos y demás a que seamos más empáticos y pongamos en práctica eso que se llama conciencia vial.
Desde hace varios años utilizo la bicicleta para poderme transportar, ejercitarme y contribuir al cuidado ambiental, pero es todo un reto movilizarse en este medio de transporte en Pasto, en donde no existen las ciclorrutas necesarias para hacerlo, en donde otros actores viales no respetan nuestra prelación, invadiendo nuestros carriles y quitándonos el poco espacio por donde transitar.
Hace pocos días me vi inmerso en un incidente vial, quizá fue culpa mía por tratar de rodear un carro mal estacionado, o del automóvil en el lugar inadecuado o de la conductora del vehículo que me golpeó por no percatarse de mi presencia en la vía, como ella misma lo mencionó, tras huir de escena y alcanzarla.
Esto lo que nos demuestra es la falta de conciencia vial y empatía en la ciudad, todos apresurados por llegar a tiempo a nuestros destinos, olvidándonos del respeto hacia el otro en las carreteras, evadiendo las normas de tránsito. Es por ello que mi llamado no solo es para los actores viales, sino también a las autoridades para que ejerzan un mayor control en las calles de Pasto, a que imponga las sanciones pertinentes y a que emprendan campañas de educación vial.
No es suficiente que los agentes de tránsito hagan presencia en las calles y controlen el tráfico como sucede en el sector de Maridíaz, en donde una enorme fila de carros parqueados complica el tránsito, y las autoridades simplemente dan la señal de avance y pare a los actores viales.
Es hora de autoevaluarnos como actores viales, de pensar en las veces que hemos arriesgado nuestra vida, es hora de acatar las normas de seguridad y evitar ponernos en peligro. Es hora de ser solidarios y pensar en el otro, pero también es hora de que las autoridades hagan respetar las normas. ‘Es preferible llegar 10 o 15 minutos tarde a nuestros destinos que no llegar’.
Por: Christian Benítez Ramírez

