No todo lo incómodo es tóxico

La palabra “tóxico” se volvió comodín. Sirve para cortar relaciones, trabajos, dinámicas y conversaciones sin matiz. Algo incomoda, luego es tóxico, luego se elimina.

Pero crecer incomoda. Poner límites incomoda. Recibir feedback incomoda. No todo lo que genera fricción es dañino.

Confundir incomodidad con peligro empobrece la experiencia humana. Nos vuelve frágiles frente a cualquier tensión. Y vivir sin tensión no es vivir, es evitar.

Lo tóxico daña de forma sistemática. Lo incómodo reta, confronta, obliga a ajustar. Son cosas distintas.

Aprender a distinguirlas es clave para no huir de todo lo que no es fácil.