Desde el día de hoy y hasta el próximo 24 de diciembre la mayor parte de familias colombianas se reunirán alrededor del pesebre para preparar la venida de Jesús a nuestros corazones, como hace más de 2 mil años se hizo presente en la escarpada Belén.
La historia nos cuenta que Fray Fernando de Jesús Larrea elaboro en el siglo XVIII la idea primigenia de la novena de aguinaldos que después sería complementada por la Madre María Ignacia en el siglo XIX. Desde esa época y hasta nuestros días sin importar el calor de la costa, el frio andino, la lluvia en la selva, las largas jornadas laborales en los llanos o la agitación de la metrópoli, nos congregamos a rezar ante aquellas sencillas imágenes de una joven María, un sorprendido José, tres Reyes con un color de tez característico, unos pastores prestos a cuidar su rebaño en un contexto tan propio y característico de cada hogar, algunos con fuentes de agua, otros con nieve, otros con telones, otros con indios y los infaltables superhéroes y carros de carreras, continuando con la tradición que ha perdurado por años.
Si bien es cierto la tradición es importante esta se vuelve inerte cuando no la dotamos de un verdadero significado y es que lastimosamente esto es lo que está sucediendo con la navidad en la actualidad pues alrededor nuestro hay luces, hay duendes, hay renos y hay grandes ‘papanoeles’, pero no hay una alusión directa a quien es la fuente de la misma celebración Jesucristo, sin Jesús no habría navidad pues es la fiesta en donde celebramos su venida al mundo y sin navidad no habría tantas cosas que han terminado sacando al divino infante de la celebración que se hace en su honor.
Y es que el mundo va más allá, pues ya no celebra la navidad si no que celebra fiestas de fin de año en donde busca reunir todas las celebraciones como si se tratara de una sola quitando el carácter sacro de estos días, un diciembre sin cristo es como una fiesta de grado en donde se reparten regalos, se brinda manjares suculentos o se comparte absolutamente todo, pero el graduado no ha sido invitado.
Y es que invitar a Jesús a celebrar estos días no se remite a contemplar una imagen inerte va mucho más allá pasa por ser bondadoso, solidario, caritativo, fraterno, humano. Ya lo dijo él hace 2 mil años “Lo que hagas con uno de estos lo estarás haciendo conmigo”, dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, enseñar al que no sabe, visitar al enfermo, rezar por quien pasa necesidades, esa es la navidad. Así es como el Dios niño vuelve a descender de las alturas y se queda en el corazón de los hombres de buena voluntad, los que día a día construyen una mejor sociedad a partir de pequeñas acciones que alegran y hacen más llevadera la vida.
Señores lectores, de corazón preparemos la mejor morada para el Redentor, no a partir del consumismo si no desde la fe y el amor por nuestro prójimo.
Por: Mauricio Fernando Muñoz Mazuera

