En medio de la gravísima crisis económica por que atraviesa nuestro departamento de Nariño, los bloqueos de las vías se han convertido en una maldición que no se ha detenido en los últimos dos años.
En efecto, los nefastos resultados de esos bloqueos los seguimos sufriendo en carne propia, con la pérdida de miles de empleos y el encarecimiento de los productos de primera necesidad, especialmente en la ciudad de Pasto, como lo ha reportado la Cámara de Comercio, al anunciar que debido a la situación por lo menos 2 mil negocios han cerrado sus puertas, al menos en lo que va corrido del presente año, lo que ha dejado cesantes a miles de personas.
Nos referimos a una situación que se repica, de acuerdo con la información suministrada por otras cámaras de Comercio, como las de Tumaco e Ipiales, en la mayoría de los municipios del departamento, donde cunde el desempleo por doquier.
Por esa razón, hoy nuestro llamado es para que cesen esos bloqueos que tanto daño nos están causando, un flagelo que por razones obvias lo empezamos a sufrir desde los días de la pandemia de la Covid-19, donde como todos lo sabemos, el transporte se paralizó debido a las medidas de emergencia que tomó el Gobierno Nacional, para evitar la expansión del contagio. Después, vinieron los grandes cierres de las vías provocados por el estallido social y cuando todo apuntaba a que, en el 2023, en ese sentido, las cosas iban a cambiar, tuvimos el inesperado deslizamiento en zona del municipio de Rosas, Cauca, que de nuevo nos dejó incomunicados desde el pasado 9 de enero.
«Nuevos bloqueos de vías, tanto en la vía al mar entre Pasto y Tumaco, como en la carretera Panamericana, serían fatales en el mes de junio que se nos aproxima, donde los puentes festivos aparecen como la tabla de salvación, para reactivar nuestra maltrecha economía«.
Además, para acabar de ensombrecer el oscuro panorama, de “ñapa”, hemos sufrido otros cierres, como el de Tumaco, por cuenta de los campesinos, que se sienten engañados en el marco del programa de sustitución de cultivos ilícitos, puesto que lo prometido no se ve por ninguna parte. Es de anotar que ese bloqueo fue altamente perjudicial para el puerto nariñense, puesto que las protestas cayeron en un puente festivo, días en los que se incrementa de manera notoria el turismo hacia la costa Pacífica, pero esta vez, los hoteleros se quedaron con las manos cruzadas, puesto que, en aras de las protestas, nuevamente sucumbieron las esperanzas de reactivación económica en la costa de Nariño.
Igualmente, como si esto fuera poco, ya no en nuestra región, sino en el vecino departamento del Cauca, se registró otro bloqueo, precisamente en el sector de Rosas, donde se produjo el derrumbe del pasado 9 de enero, protesta que esta vez corrió a cargo de los damnificados por la emergencia, a quienes, al perder sus viviendas, se les prometió una rápida reubicación, que tampoco se ha cumplido.
Al menos en las últimas horas, tuvimos la buena noticia en torno a que se pudo lograr un acuerdo entre el Gobierno Nacional y los manifestantes para levantar el bloqueo que se ubicó en el sector de El Céfiro, kilómetro 84 de la vía Panamericana, por lo que se pudo reanudar la conexión vial entre los departamentos del Valle del Cauca, el Cauca y Nariño.
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Pero, ahora nosotros aquí, en el Departamento de Nariño, esperamos que este acuerdo en el que tomaron parte el ministro del Interior, Luis Fernando Velasco y el director de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (Ungrd), Olmedo López Martínez, con las comunidades de Rosas, se cumpla a cabalidad y no vaya a ser que, en cuestión de pocos días, la vía se vuelta a cerrar por las protestas de los manifestantes.
Nuevos bloqueos de vías, tanto en la vía al mar entre Pasto y Tumaco, como en la carretera Panamericana, serían fatales en el mes de junio que se nos aproxima, donde los puentes festivos aparecen como la tabla de salvación, para reactivar nuestra maltrecha economía.

