Miguel Hernandez

No alcanza ni para una serenata

Por: Miguel Hernández

Como están las cosas, de lo que con mucho dolor hemos aprendido en estos últimos días es que la carrera de los artistas tal vez es una de las más olvidadas del público, luego de haber disfrutado de las canciones de un artista o de otra actividad del arte, todos se olvidan y del artista que dejó de ser artista queda totalmente en el olvido, tal parece que luego de reunirnos con unos amigos en la casa de la cultura y este fue el análisis.

Después que nos atropelló la tecnología al sacar del mercado comercial los discos en acetato o popularmente conocidos como vinilos o elepés, los músicos quedamos a expensas de las redes sociales para promocionar nuestra música. Lo mismo los maestros del arte del pincel y de la brocha fina ya no estamos vendiendo nada, únicamente los amigos que no me han desamparado, me buscan, aunque sea para hacerles una caricatura.

Haciendo un pequeño análisis de lo que nos ahorca, eso fue lo malo de haber elegido a políticos dueños de cadenas de supermercados que después de haberse adueñado del país y de todo el comercio en las grandes y pequeñas capitales, al salir y dejar el poder a la izquierda encarecieron todo a lo que se les dio la gana, como un pretexto de hacer peso y oposición al nuevo gobierno, pero lo contrario pasa en los pequeños mercados donde los pequeños y olvidados campesinos comercializan sus productos es otra cosa.

Si uno hace el mercado donde los campesinos que se concentran para vender la papa, el plátano y la yuca, a ellos nadie les dijo suban los precios, como una señora que se vino de Sotomayor y montó un mini mercado a la salida a occidente, cerca del Seminario Conciliar y vende los plátanos a 3 y 4 por dos mil pesos, una yuca grande a mil pesos, mandarinas la docena a mil y así por el estilo y, los transeúntes y conductores que regresan de paseo de Nariño, Genoy o de la florida ya le están comprando al por mayor.

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Y la vida de un artista se ha convertido en la peor profesión para los nariñenses, si no se prepara con la ayuda de la tecnología el artista se pierde en el espacio sideral. Después de algunos años todo lo que se vendía iba a parar en las paredes de las grandes mansiones o de las personas que les gusta que su casa sea adornada de buenas obras de arte, o cuando en las noches se escuchaba una lastimera serenata pidiendo perdón o aumentando su amor para ganar buenos puntos de su enamorada.

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Esto ya se está convirtiendo en historia del arte moderno o en una suntuosidad prescindible, porque los pintores ya tendremos que dedicarnos a pintar casas y los músicos a cantar nuestras propias penas, porque el palo no está para cucharas y la situación está cada vez más precaria y no alcanza ni para una serenata. Ojalá los tiempos cambien y luego tal vez tendremos que cambiar de comentario.