Por: Manuel Antonio Rosero Trejo
No puede ser posible que la violencia sea la protagonista en los estadios de Colombia, puesto que en menos de una semana, el Deportivo Cali inició una seguidilla de actos en donde primó el vandalismo y no el fútbol.
Los ánimos ya calientes por la continuidad de Mayer Andrés Candelo marcaron la calentura de los aficionados en el Estadio Doce de Octubre cuando a los 82 minutos, saltaron al campo de juego a agredir a Teófilo Gutiérrez y a Mayer.
Posteriormente, fue en el Torneo de Ascenso, cuando Valledupar y Leones se estaban enfrentando, los hinchas locales decidieron entrar al terreno de juego, y rápidamente, la terna arbitral y los 22 jugadores se metieron a los túneles. Ahora, la violencia y los altercados también tocaron a la Copa Colombia en el Junior Millonarios en Barranquilla.
El Estadio Metropolitano Roberto Meléndez fue testigo de un vibrante partido, en donde la calentura primó. El juego físico marcó la tendencia y en las gradas también se vio. La localidad popular se vio envuelta en una riña entre propios espectadores del Junior en la que hasta hubo heridos. Este hecho paralizó la reanudación del segundo tiempo, pues se presentaron durante el entretiempo.
Recientemente, en abril de 2022, un grupo de hinchas de Unión Magdalena y del Junior se enfrentaron dentro del estadio de Santa Marta, Sierra Nevada, donde el ciclón fue sancionado con 10 fechas sin público y una multa de 56 millones de pesos.
Lo primero que tendríamos que reflexionar es si de verdad somos una sociedad en progreso, ¿por qué nos destruimos unos a otros, en guerras donde mueren miles de personas inocentes y en estadios deportivos como si estuviéramos en un campo en una sangrienta batalla?
Hemos perdido el rumbo y la sensibilidad creyendo que los bienes materiales, las adicciones y la identificación con los otros, es lo que da sentido a la vida, en este caso un equipo de fútbol que en el fondo nos aleja de lo más importante que debe de ser una competencia armoniosa y honesta, convirtiendo este deporte en circo para el pueblo.
Debemos dejar de culpar a los otros de nuestra responsabilidad para vivir primero en armonía y después en paz, buscar en la unión familiar la educación social que nos hace falta, no se trata de pensar positivamente, tener una buena actitud, se trata de buscar en la reflexión profunda la conciencia que es la esencia del ser y de ahí vivir en armonía con nosotros mismos y con los demás.
Por el momento, Colombia no ha logrado superar esa brecha de seguridad en los estadios y hoy en día ya pasó a un tema más delicado, pues están atacando a futbolistas y cuerpos técnicos, atentando contra su vida por malos rendimientos.

