En la imagen aparecen Nohelia Sánchez, Lauren Ortiz, María Ángel, Vanesa Cantuca, Salomé Araujo, Susana Murillo, Julieta Ojeda y Antonella Ojeda.

Niños y niñas de Nariño se preparan para brillar en escenarios nacionales

El brillo de los trajes aún no se ve, pero el espíritu de la danza ya vibra con fuerza en cada ensayo. El grupo de baile infantil de la fundación Escuela de Baile Lucy Arroyo ha iniciado oficialmente su preparación para representar al departamento de Nariño en distintos eventos, competencias y convocatorias nacionales a lo largo de este 2025. Los pequeños bailarines y bailarinas entrenan con entrega total, soñando con elevar el nombre de su tierra y de la danza a lo más alto del podio artístico.

En medio de coreografías exigentes, disciplina rigurosa y una motivación inquebrantable, los niños y niñas del grupo muestran no solo su talento, sino también un profundo amor por el arte que practican. Cada paso, cada giro y cada sonrisa son reflejo de un esfuerzo colectivo guiado por una mujer cuyo legado ha marcado la historia cultural del departamento: Lucy Virginia Arroyo.

Historia

La historia de esta destacada escuela de baile está íntimamente ligada al recorrido personal de su fundadora. Lucy Virginia Arroyo, oriunda de Tumaco, inició su sueño a muy corta edad. Con tan solo 15 años, y en medio de las dificultades propias del desplazamiento forzado, llegó a la ciudad de Pasto con la firme decisión de no abandonar su pasión por la danza. Fue así como nació Dance Modern Virginy, la primera academia de baile moderna en el departamento de Nariño, gestada desde la resistencia, el arte y la necesidad de crear espacios seguros para la expresión cultural.

Con los años, su proyecto creció y se transformó en lo que hoy se conoce como la Fundación Escuela de Baile Lucy Arroyo, una institución que lleva más de cuatro décadas formando niños, niñas y jóvenes en la disciplina de la danza moderna. Su impacto ha trascendido fronteras, obteniendo importantes logros a nivel nacional e internacional, y convirtiéndose en referente de formación artística, especialmente en regiones donde el acceso a estos espacios no siempre ha sido una realidad.

El grupo infantil, actualmente en plena etapa de preparación, es una muestra del semillero de talento que ha florecido bajo la dirección de la fundación. Con sesiones de entrenamiento intensivo, que combinan técnica, expresión corporal y trabajo en equipo, estos pequeños artistas se preparan para representar no solo a la escuela, sino al sentir cultural de Nariño.

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Esfuerzo

Además de la técnica, el enfoque pedagógico de la fundación promueve valores como la disciplina, el respeto y el trabajo colectivo, fortaleciendo no solo el talento artístico, sino también el desarrollo integral de sus estudiantes.

Lucy Arroyo sigue siendo el alma de esta fundación. Con firmeza, continúa guiando con energía y visión a cada uno de los procesos formativos. Su historia inspira a generaciones, y su fundación sigue siendo un símbolo de cómo el arte puede transformar vidas, incluso en los contextos más adversos.

“Este año queremos que nuestros niños no solo brillen por sus movimientos, sino que transmitan todo lo que significa crecer y resistir desde la danza. Vamos con todo el corazón a estas competencias”, aseguró Arroyo.

Este año, más que una competencia, se avecina una nueva página en la historia de esta fundación. Y serán los más pequeños quienes, con su esfuerzo y amor por la danza, escribirán cada línea con pasos que llevan consigo identidad, memoria y esperanza.