Neoliberalismo y cambio climático

Anibal Arévalo

El neoliberalismo busca dar prioridad a los intereses de los más ricos para favorecer la gran empresa; para ello los exonera del pago de impuestos, haciendo que solo los consumidores los paguen. Se sustenta en algunos postulados, entre los que tenemos: la no injerencia de Estado en los negocios de los particulares, pero con un banco central regulador autónomo; prioridad de lo económico por encima de lo político y la privatización de las entidades públicas.

En su afán de obtener las mayores ganancias se diseñan unos planes voraces que van en detrimento del medio ambiente. La economía extractivista constituye el mayor aporte al cambio climático. La explotación de hidrocarburos tuvo su punto de partida a mediados del siglo XVIII con la primera revolución industrial, lo que constituye el punto de inflexión para la degradación del ambiente y los riegos para la vida en el planeta.

La dependencia cada vez mayor de los combustibles fósiles en la gran industria y los transportes lleva a la emanación de CO2 propiciando el cambio climático, con funestas consecuencias para la vida en todas sus condiciones. Las viejas teorías que planteaban que la vida en el planeta se extinguiría por una gran confrontación bélica mundial o los ataques nucleares es un concepto revaluado. Hoy, no solo la humanidad sino todas las formas de vida, estarían frente a una gran amenaza resultado de la ambición desmedida de los humanos.

Pero también la agricultura latifundista, con el propósito de cultivar caña de azúcar o arroz, lleva a que se formen más zonas desérticas; proceso iniciado con la conquista española y que aún se sigue practicando. Esta manera de poner a producir la tierra sin la rotación de los cultivos, con la aplicación cada vez mayor de fertilizantes nitrogenados, con el suelo solo como sustrato, se convierte en otra forma de extractivismo. Esta práctica produce el óxido nitroso (N2O) que es un gas de efecto invernadero.

 Planes como la ganadería extensiva traen consecuencias funestas para el ambiente y para las comunidades campesinas e indígenas. La ganadería aporta al ambiente con la producción de metano (CH4), que es otro de los gases de efecto invernadero que contribuye con el cambio climático. Gobiernos neoliberales que accedieron al poder mediante el fraude electoral y judicial, como el caso de Jair Bolsonaro en el Brasil, vienen propiciando la quema de la Amazonía para impulsar la ganadería intensiva en esos territorios. Hoy por hoy el gigante suramericano busca constituirse en la mayor potencia mundial en exportación de carne con un elevado costo para el ambiente.

La persecución a líderes ambientalistas es clara: manifestar la oposición al respeto por una vida digna puede ser señal de que pagues con ella. En el Brasil expulsaron a comunidades indígenas ancestrales que han sido parte de la misma biota. Muchos indígenas, que cuidaban del ecosistema, tuvieron que salir despavoridos a las favelas de las grandes urbes antes que perecer incinerados.

El cambio climático es inherente al neoliberalismo: la explotación intensiva de cualquier forma económica tiene como finalidad de hacer de los ricos en más ricos y convertir a la población trabajadora en neo esclavos a costos que le significan poner en riesgo la biodiversidad. Propicia la precariedad del empleo con contratación que no satisface las necesidades elementales del ser humano, para vivir siempre soñando con un mundo de holganza en un futuro próximo.

A la gente le venden la idea de la libre empresa, diciéndole mediante la publicidad engañosa que cualquier ciudadano se puede convertir en magnate si se somete a los postulados del neoliberalismo; es por ello que a mucha gente la ponen a defender el sistema y a propagar la idea de que una opción popular se constituye un peligro para la estabilidad nacional.

El neoliberalismo permite el asenso a la riqueza rápida para ciertas familias que gobiernan y se lucran mediante el robo al erario, la expoliación de las empresas públicas. Por eso se requieren un Estado fuerte con una policía represiva para mantener el orden. Esto garantiza la expansión de las economías extractivistas, y con ello satanizan las energías alternativas porque son más económicas y sin contaminación.   

Por: Aníbal Arévalo Rosero

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