Nataly Umaña rompe el silencio: “Me perdí en el amor, pero me volví a encontrar sola”

Durante años, Nataly Umaña fue vista como una de las figuras más estables del entretenimiento colombiano, no solo por su carrera, sino por su relación con el también actor Alejandro Estrada. Pero detrás de los aplausos y las alfombras rojas, había una historia de desgaste emocional, silencios acumulados y una mujer que se olvidó de sí misma mientras intentaba sostener lo insostenible.

En una conversación íntima para el pódcast Sinceramente Cris, la actriz reveló que su matrimonio, más que una historia de amor, se convirtió en una prisión emocional disfrazada de estabilidad. “Viví muchos años tratando de salvar algo que ya no me salvaba a mí”, confesó.

Aunque públicamente parecían felices, Nataly relató que la relación estaba marcada por la dependencia, el miedo al abandono y la dificultad para poner límites. “Me costaba tanto soltar que le pedí a él que me dejara, porque yo no era capaz. Sentía que sin él no era nadie, pero la verdad es que sin mí tampoco era nada”.

Lo que el amor no sana, lo desgasta

La actriz reconoció que asumió el rol de quien resuelve todo: “trabajaba, sostenía, dirigía”. Y poco a poco, el vínculo se convirtió en una sociedad desequilibrada, donde el afecto fue reemplazado por cuentas por pagar y silencios incómodos. “Pasamos de ser pareja a ser contadores de una relación vacía”, dijo.

Las diferencias crecieron. Lo emocional se fue apagando. Y aunque la separación parecía inminente, ninguno daba el paso. Hasta que llegó La casa de los famosos.

La ruptura pública y la crítica feroz

En el reality, Umaña vivió lo que muchos juzgaron como una infidelidad: se acercó sentimentalmente al cantante Miguel Melfi. Lo que para unos fue escándalo, para ella fue punto final. “No fue traición, fue desesperación. Fue el único camino que encontré para cerrar algo que venía roto hacía años”.

loading...

Al salir del programa, enfrentó una tormenta de críticas, burlas y juicios. Pero también comenzó una nueva etapa: la de reconstruirse desde adentro. Acompañada de psicoterapia, ejercicio y espiritualidad, Nataly encontró en Dios la fuerza para soltar las culpas. “Por primera vez, no tenía que ser la fuerte. Solo tenía que ser yo”.

Un adiós sin rencores

Alejandro y ella tuvieron una última conversación, en la que ella puso las palabras que nunca se atrevió a decir durante años: “Gracias por lo vivido, pero ya no puedo cargar con lo que no me corresponde. Te dejo libre y me libero también”.

Hoy, Nataly Umaña vive una vida nueva. No exenta de cicatrices, pero sí llena de verdad. “Sanar duele, pero quedarse en un lugar donde ya no estás viva, duele más”.