Es difícil no emocionarse cuando el nombre de Nariño brilla con fuerza en escenarios nacionales. Esta vez, el orgullo es doble: nuestro departamento ha sido invitado especial al festival Colombia al Parque, que se celebra en Bogotá del 20 al 21 de julio de 2025 en el Parque de los Novios, un evento que exalta lo mejor de las músicas tradicionales, las raíces y el mestizaje cultural de nuestro país.
No se trata solamente de una participación simbólica. Es una apuesta contundente por reconocer que Nariño es mucho más que sus paisajes: es una región que canta, que danza, que crea. Que resiste. Que se reinventa.
Con la curaduría de Idartes y el Instituto Distrital de las Artes, este festival, uno de los más importantes de Bogotá, nos abre las puertas como territorio invitado, y con ello, ofrece un escenario de visibilidad para nuestra música andina, afrodescendiente, indígena y urbana. Artistas como La Bohemia Andina, Baterimba, La Tulpa, Los Chigualeros de Tumaco, entre otros, serán embajadores sonoros de nuestra tierra.
Pero esto no es sólo un espectáculo. Es una oportunidad para que el país escuche a Nariño sin prejuicios, más allá del conflicto o la distancia geográfica. En cada nota de sanjuanito, en cada tambor del Pacífico sur, en cada copla de nuestros abuelos, llevamos una historia que merece ser contada y compartida.
Además de los conciertos, se ha preparado una muestra gastronómica, artesanal y turística que permitirá a los asistentes acercarse a nuestras tradiciones más auténticas: desde el barniz de Pasto hasta el sabor del encocado de piangua. Todo esto bajo el lema de la diversidad, la interculturalidad y la resistencia creativa.
Esta invitación también es un llamado a fortalecer nuestras políticas culturales, a creer más en nuestros artistas y en los procesos comunitarios que sostienen la identidad. Si Bogotá reconoce a Nariño como un tesoro cultural, ¿por qué a veces en casa no lo valoramos igual?
Colombia al Parque no será solo un festival. Será una vitrina que grita: “Aquí estamos”. Con nuestras raíces, nuestras montañas, nuestros ritmos y sueños. Que este momento histórico inspire a más jóvenes nariñenses a creer que el arte transforma, que la cultura une, y que desde el sur también se escribe el relato de Colombia.
Hoy, Nariño no es solo un departamento del sur. Es el corazón vibrante de una nación diversa, que al fin se atreve a escucharnos con atención.

