P. Narciso Obando

Muertes que se pueden evitar

Rostros de frustración, desesperanza, tristeza, rabia, indignación se observan en las diferentes farmacias que se encargan de la dispensación de medicamentos ordenados por los médicos de las IPS en sus convenios con las EPS. Horas interminables de espera para recibir la noticia que tal o cual medicamento queda pendiente o definitivamente el medicamento esta agotado y no es posible su entrega al paciente.

No es un golpe de estado, es una exigencia social. No es exageración, es desesperación de miles de pacientes y sus familias ante el desabastecimiento de medicamentos (que ni siquiera se vivió durante la pandemia) y que se viene presentando en nuestro país y concretamente en nuestro departamento de Nariño, que está trayendo como consecuencia problemas en el tratamiento de enfermedades graves y el retraso en los procedimientos médicos instaurados por los profesionales de la salud.

Estamos frente a una tragedia anunciada, si no se toman las medidas adecuadas para frenar esta situación. Anteriormente los medicamentos, vacunas, materiales para cirugía, curación, etc., se compraban con anticipación para asegurar el abastecimiento. Así como usted lo está leyendo, “con anticipación” de por lo menos un año.

Sin embargo, no se sabe con qué oscuro propósito, se ha frenado o paralizado la cadena de abastecimiento de medicamentos, sin concretar hasta ahora el mecanismo para solucionar esta problemática que vienen padeciendo miles de personas enfermas.

Al parecer se ha desmantelado o descuidado el sistema de compra y distribución de medicamentos y ha dejado en su lugar un cuello de botella que, ha generado caos y falta de transparencia, pero sobre todo se observa una total negligencia por parte de los organismos encargados de estos procedimientos que, si no se toman a tiempo las medidas correctivas, tendrá como resultado graves problemas incluyendo la muerte de miles de colombianos por falta de acciones ante esta crisis.

De seguir así, estaríamos frente a un grave problema de salud y riesgo, en cuanto se prevé un incremento en los perfiles de morbimortalidad de la población perjudicada con la escasez de dichos medicamentos, con afectación de los derechos fundamentales a la salud y a la vida.

 
Según se ha expresado, existe una inminente escasez de medicamentos indispensables para el tratamiento de enfermedades crónicas tales como hipertensión, diabetes, cáncer, enfermedades huérfanas, epilepsia, trastornos mentales, anticoagulantes, VIH y otros como analgésicos, anticonceptivos y antibióticos.


La crisis en la dispensación de medicamentos exige acciones disciplinarias contra el Ministerio de Salud y Protección Social y el Invima, al ser los principales responsables de esta situación, por no tomar las medidas necesarias ante la crisis anteriormente advertida.


«Con las manos atadas», así se sienten hoy en día los profesionales médicos en Colombia, perjudicando más su día a día ante la escasez de medicamentos. No esperemos vivir la historia de los médicos venezolanos, donde los mismos doctores deben llevar sus propias computadoras si no quieren escribir una historia clínica a mano y, de no tener celulares, no podrían comunicarse con sus colegas en los otros pisos ni tomarles fotos a las radiografías, porque no hay papel ni impresoras.