Hace 6 años, la tragedia sacudió a la ciudad de Mocoa, capital del departamento del Putumayo, cuando una avalancha se convirtió en un instrumento de muerte y destrucción, como nunca había ocurrido en esta zona sur del país.
De esta manera, Mocoa se convirtió en noticia nacional e internacional, ante los enormes daños que sufrió la ciudad y el número de personas que perdieron la vida, unas tres mil de acuerdo con el censo que se hizo en esa época.
Lo cierto es que a pesar del tiempo transcurrido, la tragedia no termina en Mocoa y sigue latente como esa oscura noche del 31 de marzo, cuando toneladas de tierra y roca se desplomaron sobre la ciudad; un hecho que de acuerdo con el abundante información que existe al respecto, había sido advertido con mucha anticipación sin que se tomarán las más elementales medidas de prevención, lo que hoy en día sigue teniendo en problemas, a la entonces gobernadora Sorel Aroca.
Hoy, es un hecho reconocido de que se había advertido por parte de diferentes organismos, de la posibilidad de la ocurrencia de una avalancha, en especial ante la fuerte temporada de lluvias que se afrontaba durante esos días, pero esa alerta temprana no sirvió absolutamente de nada.
Ahora, se puede decir que Mocoa es una avalancha de desilusiones y tristeza, puesto que 6 años después de la peor tragedia que haya sacudido al departamento del Putumayo, es muy poco lo que se ha hecho en lo que tiene que ver con la reconstrucción de la ciudad y la ayuda que con bombos y platillos, se le prometió a miles de damnificados, quienes de manera abrupta se quedaron sin vivienda.
Es por eso, que en estos momentos, el alcalde de Mocoa, Jhon Jairo Imbachi, califica la actual situación como vergonzosa, puesto que en lo relacionado con los programas de vivienda para tenderle la mano a quienes lo perdieron todo, se presenta un inconcebible retraso, lo que es causa para que miles de personas sigan afrontando difíciles situaciones. Al menos, todo no es malo, puesto que en lo concerniente al megacolegio y el plan maestro de alcantarillado se realizaron tal como estaban planificadas y en ese sentido no existe ninguna queja.
Pero, lamentablemente, en un proceso de transcendental importancia, como lo es el de la fase de la reconstrucción, es muy poco lo que se ha avanzado, lo que es evidente al recorrer sectores como Los Sauces II, donde lo único visible es el material de construcción, que sigue sin ser utilizado para nada
Mucho es lo que se ha dicho en torno a estos retrasos, versiones e informaciones en los que de manera obligada se tiene que mencionar la palabra corrupción.
«Ahora, se puede decir que Mocoa es una avalancha de desilusiones y tristeza, puesto que 6 años después de la peor tragedia que haya sacudido al departamento del Putumayo, es muy poco lo que se ha hecho en lo que tiene que ver con la reconstrucción de la ciudad y la ayuda que se le prometió a miles de damnificados», quienes de manera abrupta se quedaron sin vivienda».
Nuestros abuelos tenían un adagio sencillo, pero real: las cuentas claras y el chocolate espeso y ello es precisamente lo que se requiere en estos momentos, en este lamentable caso del proceso de reconstrucción de Mocoa.
Se requiere saber que se han hecho los recursos, las razones por las cuales las obras, en especial, las que tienen que ver con los programas de vivienda, se paralizaron y también conocer de primer mano que va a pasar con ellas, puesto que los damnificados siguen a la espera de sus viviendas, sin que nadie les entregue una voz de esperanza.
Por lo pronto, nos llena de esperanza, el que en desarrollo de la audiencia pública, que se inició en las últimas horas en Mocoa, se pueda hacer claridad en torno a muchos episodios que permanecen envueltos en una inquietante incertidumbre y dudas por doquier.
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Lo cierto es que a pesar del tiempo transcurrido, la tragedia no termina en Mocoa y sigue latente como esa oscura noche del 31 de marzo, cuando toneladas de tierra y roca se desplomaron sobre la ciudad; un hecho que de acuerdo con el abundante información que existe al respecto, había sido advertido con mucha anticipación sin que se tomarán las más elementales medidas de prevención

