Hace un poco más de una semana eligió Panamá nuevo presidente al candidato José Raúl Mulino, quien deberá enfrentar la gestión de la migración en el Darién, tema que fue debatido por todos los candidatos por ser un tema prioritario para ese país y desde luego que toca directamente a Colombia.
Según cifras del Servicio Nacional de Migración de Panamá (SNM), de 2021 a 2023, más de 900.000 personas atravesaron el Darién y para el presente año se espera 700.000, lo que implica el doble de flujo en un año. Esta es la ruta más concurrida en el mundo, superando a la africana hacia Europa.
Los peligros son inimaginables porque la gente está en manos de organizaciones ilegales que cometen toda clase de crímenes con los migrantes. El SNM estima que estas el año pasado ganaron alrededor de 820 millones de dólares. Fuera de esto, se mueve cantidades enormes por cuenta del narcotráfico.
En lo que toca a Colombia, no existe un propósito específico para controlar la migración por el Darién, más bien se diría que es una actitud permisiva, El nuevo presidente de Panamá ha dicho que piensa cerrar esta ruta migratoria con expulsión de los caminantes, cosa que vemos imposible; son más de 5.000 kilómetros cuadrados de selva virgen. Ni siquiera en Europa y Estados Unidos con todos los medios al alance han podido controlar la migración en rutas que no tienen comparación a la complejidad del tapón que separa a Colombia de Panamá.
La verdad es que no vemos una solución a la vista, a no ser que los países de Centroamérica y México opten por soluciones conjuntas. Como quiera que sea, el problema es esencialmente de los Estados Unidos, destino final de la migración, que no es solo sudamericana sino de gente de todas partes del mundo, Colombia no es sino lugar de paso.