Memo Ochoa: El héroe de los niños mexicanos 

El futbol es la medicina perfecta para curar cualquier mal que este mundo pueda padecer, el distractor perfecto para salir de la cotidianidad en un mundo convulsionado y por estos días lleno de conflictos transnacionales y de índole local.

Despierta pasiones y desata locura enamorada de goles en miles de personas alrededor del mundo. Pero lejos de cualquier pausa de un mundo frenético, los más complacidos con lo que en un mundial puede acontecer son los niños, que en inocencia total solo ven héroes vestidos de cortos, camiseta, medias y guayos frente a la pantalla de la televisión, que se hacen merecedores automáticamente de ánimo y energía positiva que los menores puedan hacerles llegar a distancia con el corazón.

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El día de ayer, Guillermo Ochoa, el portero de la Selección Mexicana de Fútbol, impidió que Robert Lewandowski anotara su primer gol en un mundial, haciendo la atajada más importante de su larga y experimentada carrera, consiguiendo mantener su marco en cero y permitiendo que el equipo Azteca se amarre a la esperanza de romper la racha de 36 años sin pasar de los octavos de final en torneo orbital.

Se preparaba Lewandowski para cobrar, la tensión subía y los niños entrelazaban sus manos pidiendo a la Virgen de Guadalupe, Patrona de México, el milagro. Pateó el polaco, Guillermo Ochoa sobre la línea va a su palo izquierdo y el balón rebotó en su humanidad, estallando un jubilo de proporciones inimaginables en el interior de los pequeños que con gritos y arengas, saltos y abrazos entre sí, celebraron la hazaña de un héroe sin capa, pero con guantes que se inmortalizó en sus memorias para siempre.