Una ola de consternación e indignación recorre el gremio transportador del sur de Colombia tras conocerse el asesinato de los hermanos William Benavides y Eduard Benavides, dos conductores de carga oriundos del municipio de Túquerres, Nariño. Los hechos, ocurridos en las últimas horas en la ciudad de Cali, han encendido las alarmas sobre el incremento de la violencia que enfrentan los trabajadores del transporte en las carreteras del país.
Ambos hombres eran reconocidos en su comunidad como ciudadanos trabajadores, responsables y comprometidos con su labor como transportadores. Según versiones preliminares, los conductores habrían sido víctimas de un ataque armado mientras realizaban su ruta de trabajo, aunque las autoridades no han confirmado públicamente los móviles ni los responsables del crimen.

Amenazas
La Asociación de Camioneros de Colombia (ACC) se pronunció de manera inmediata, expresando su solidaridad con las familias de las víctimas y exigiendo una investigación seria, rápida y transparente que permita esclarecer los hechos y capturar a los autores del doble homicidio.
“Este no es un caso aislado. Los camioneros del país llevamos años enfrentando amenazas, extorsiones, robos y asesinatos en diferentes corredores viales. Es urgente que el Gobierno actúe y proteja la vida de quienes garantizan el abastecimiento de Colombia”, señaló un vocero de la ACC en rueda de prensa desde Bogotá.
Riesgo permanente
En Túquerres, la noticia cayó como un balde de agua fría. Los hermanos Benavides eran conocidos por su espíritu emprendedor y por ser parte activa del desarrollo económico de su región. Familiares, amigos y colegas han organizado homenajes simbólicos y manifestaciones pacíficas en su memoria, con el objetivo de visibilizar el drama de muchos transportadores que trabajan bajo condiciones de riesgo permanente.
Las autoridades locales en Cali anunciaron la apertura de una investigación formal, aunque hasta el momento no se ha informado sobre capturas ni pistas concretas. La falta de respuestas ha generado preocupación en la comunidad nariñense, que teme que este crimen quede en la impunidad, como tantos otros casos similares. Además del dolor y el luto, este hecho reabre el debate sobre la seguridad en las carreteras del suroccidente del país, especialmente en zonas donde confluyen actores armados ilegales, redes de narcotráfico y bandas delincuenciales. Para muchos, la muerte de los hermanos Benavides es un reflejo de la vulnerabilidad que enfrentan a diario miles de conductores en Colombia.

