Los derechos del peatón

Jorge Arturo Bravo

Dentro del proceso de desarrollo de los pueblos, gracias al trabajo del hombre, hace más 10.000 años, y en Colombia hace más de 480, van surgiendo la ciudades, las mismas que inicialmente fueron pequeñas aldeas, pequeños poblados que poco a poco se van convirtiendo en las grandes urbes, en las grandes ciudades y junto a ellas surgen los andenes, el espacio físico por donde se desplazan única y exclusivamente las personas, los peatones. 

Los peatones, quienes se desplazan a pie, desde el origen de esos andenes, fueron adquiriendo el derecho a desplazarse por esos lugares libres de todo obstáculo, mientras que por la calles son exclusivas para toda clase de vehículos, y los diferentes gobiernos en todas las ciudades del mundo se preocupan porque los andenes sean amplios, pues piensan más en el ser humano que en los automotores, es decir a los peatones se les respeta el derecho a los andenes.

Pero lastimosamente en esta nuestra muy amada ciudad de Pasto La Gran Capital, los peatones han ido poco apoco perdiendo ese derecho, en virtud a que los andenes, con la mirada cómplice e indiferente de las autoridades, ahora son talleres de motos y vehículos, parqueaderos, mercados persas, comederos de arepas, chunchullo, morcilla, chorizo, obstáculos que no permiten que los peatones caminen por allí con la seguridad y la tranquilidad necesaria.

Es muy triste ver que nuestra ciudad La Gran Capital como la llama el alcalde poco a poco se fue convirtiendo en una ciudad fea, desorganizada, sin ninguna clase de autoridad que se faje bien los pantalones y hagan respetar las leyes y las normas, por eso nadie respeta nada ni a nadie, todos con la misma alcahuetería del gobierno se pasan las leyes por la faja.

Los gobiernos como el de Pasto se inventan dizque la Políticas Públicas, y se les inventan para todo, ahora están haciendo alarde por los diferentes noticieros radiales, que parecen de su propiedad, las Políticas Públicas del Espacio Público, seguro que tampoco como todas, servirán para un carajo; en Pasto no se requiere tantas políticas públicas, lo que se necesita es autoridad, un alcalde de pantalones y una policía que cumpla sus obligaciones.

Por: Jorge Arturo Bravo

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