Ricardo Sarasty

Libertad, libertad, libertad

Por: Ricardo Sarasty.

Muchos y mucho se ha escrito y dicho sobre la libertad. Es y será un concepto, un principio, un criterio y un derecho para ser pensado y analizado desde donde pueda apreciarse y valorarse: filosófico, teológico, psicológico, legal, etc.

La libertad ha estado y esta como parte orgánica, intelectual y espiritual de los seres humanos y ya porque se tiene para disfrutar de ella o porque se la desea lamentando haberla perdido. Schopenhauer consideró la libertad fundamental en la existencia del ser humano independientemente de que esté consciente o no de todo lo que implica tenerla. De no ser así la historia de los pueblos no contara las gestas que por ella se dieron. En tanto que la literatura no tendría poemas, cuentos y novelas en las que se recrea la libertad como sublime valor para ser alcanzado y defendido.

Así lo ilustran los versos del poeta Miguel Hernández, cantados por Serrat: “Para la libertad sangro, lucho, pervivo. / Para la libertad, mis ojos y mis manos, / como un árbol carnal, generoso y cautivo, / doy a los cirujanos”.

Si la libertad no significara tanto para los humanos el más grave de los castigos no sería el perderla. A nadie amedrantaría el encierro, la inmovilidad, la falta de espacio y tiempo para poder pensar y hablar usufructuando todo cuento en ella se encuentra para poder hacerlo sin más límites que los que ella sola exige tener en cuenta para no desperdiciarse en cosas vanas. De ahí los lamentos por no tenerla sin merecerlo, la protesta en rechazo de las cadenas, las consignas y alegatos en contra de él o ellos que han osado prohibirla. Porque el mayor de los oprobios es el encierro al implicar ser mutilado de la libertad, también la poesía aporta sobre esta condición dolorosa de ver la libertad como el más grande de los deseos.

“Parezco preparado (más bien “Perezco”) / para provocar/ melancolía (y lágrimas) / mientras este desolado paisaje/ (tras las rejas, los muros y alambradas) tampoco se acuerda ya de mí.” Escribió desde la cárcel el poeta peruano Cesar Vallejo quizá para llevar a reflexionar a aquellos que lean estos versos sobre el dolor sentido ahí en el cuerpo o allá en el alma cuando la libertad se pierde, porque se pierde o se tiene toda.

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 Erich Fromm afirma que, así como los antepasados alemanes lucharon por alcanzar la libertad se debe de aceptar que fueron millones de jóvenes los que con la misma ansiedad buscaron caminos para entregarla al opresor, mientras otro millón se mostraba indiferente a lo que sucediera con ella.

Entre los motivos o razones para actuar así, renunciando a ser libre, pueden considerarse tres. Uno, el que en muchos hombres y mujeres es fuerte la tendencia a buscar un régimen de tiranos. Lo que valida a Hobbes cuando dice que el humano entre todos los animales es el único incapaz de actuar sin necesitar de un líder, en el que ha depositado su voluntad y delegado su capacidad de decidir. La explicación para obrar de esta manera puede ser la segunda razón por la cual se renuncia a libertad.

El miedo a no contar con una protección. Quizá porque no desea mantener en la conciencia la convicción que muestra al humano como la obra más perfecta de la creación divina, en virtud de la capacidad de decidir con la que su Dios lo dotó. El tercer motivo es el pecado de la pereza. consistente en evitar cualquier esfuerzo que implique el crear condiciones apropiadas para sobrevivir al peligro puesto que exige trabajar y pensar. Por lo que, para millones de hombres y mujeres, es preferible entregar la voluntad a tener que sacrificar la comodidad, por la que bien pagan con la libertad.