Edgar Enríquez

Las promesas de fin de año

Por esta época acostumbramos a hacer un balance de cómo nos fue durante el año que está a punto de finalizar. Si de las promesas que siempre hacemos con cada una de las uvas que nos comemos el 31 de diciembre cuántas hemos cumplido. 

Entre las que nos causan placer y queremos sacrificar, aunque a la hora de la verdad no hacemos realidad, está dejar de comer lo que más nos gusta para bajar de peso.

Sin embargo, no solo basta decir que se va a seguir una dieta rigurosa para perder algunos kilos sino complementarlo con una rutina de ejercicios. Para ello se inscriben en un gimnasio en enero, pero a los tres meses lo abandonan porque era ‘muy cansón’. 

A los que les gusta el licor también se les olvida esa promesa que hacen cada medianoche del 31 de diciembre de no volver a tomar una copa más de bebidas alcohólicas, o por lo menos a lo ‘desgualetado’. Sin embargo, la gran presión de los amigos hace que esa decisión se vaya aplazando para otra ocasión. 

¿A quién no le gustaría gastar menos y ahorrar más? Muchos lo intentan, pero pocos lo consiguen. Ahí también juegan un papel muy importante los amigos, porque nos tildarían de tacaños.    

Fumar siempre será considerado un mal hábito, especialmente si es parte de tu rutina diaria. Ya sea justo después del almuerzo en la oficina o al salir a tomar con amigos, por lo cual a muchas personas les cuesta mucho dejar el cigarrillo.  

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En una frase que leí por ahí se resume esa costumbre que tenemos de hacer promesas que nunca vamos a cumplir: “Mi meta para 2019 es cumplir los objetivos de 2018 que debería haber cumplido en 2017, que prometí en 2016 y planifiqué en 2015”.   

Lo importante es sentirnos satisfechos con nuestra propia vida, con nuestro aspecto físico. Si en verdad vivimos felices siendo gorditos, entonces no hagamos falsas promesas solo para contentar a otros. Si dormir un poco más y evitar cansarnos haciendo ejercicio nos causa placer, entonces no nos privemos de hacerlo.    

Por: Edgar Enriquez