Recientemente el Papa Francisco dirigió un videomensaje a los movimientos populares. Los reconoció como «poetas sociales, porque tienen la capacidad y el coraje de crear esperanza allí donde sólo aparece descarte y exclusión». Hizo doce peticiones que me permito transmitir textualmente:
«A los grandes laboratorios, que liberen las patentes. Tengan un gesto de humanidad y permitan que cada país, cada pueblo, cada ser humano tenga acceso a las vacunas».
«A los grupos financieros, que permitan a los países pobres garantizar las necesidades básicas de su gente y condonen esas deudas tantas veces contraídas contra los intereses de esos mismos pueblos».
«A las grandes corporaciones extractivas, forestales, inmobiliarias, agro negocios, que dejen de destruir los bosques, humedales y montañas, dejen de contaminar los ríos y los mares, dejen de intoxicar los pueblos y los alimentos».
«A las grandes corporaciones alimentarias, que dejen de imponer estructuras monopólicas de producción y distribución que inflan los precios y terminan quedándose con el pan del hambriento».
«A los fabricantes y traficantes de armas, que cesen totalmente su actividad, una actividad que fomenta la violencia y la guerra, y muchas veces en el marco de juegos geopolíticos que cuestan millones de vidas y de desplazamientos».
«A los gigantes de la tecnología, que dejen de explotar la fragilidad humana… para obtener ganancias, sin considerar cómo aumentan los discursos de odio, el grooming, las fake news, las teorías conspirativas, la manipulación política».
«A los gigantes de las telecomunicaciones, que liberen el acceso a los contenidos educativos y el intercambio con los maestros por internet para que los niños pobres también puedan educarse en contextos de cuarentena».
«A los medios de comunicación, que terminen con la lógica de la post-verdad, la desinformación, la difamación, la calumnia y esa fascinación enfermiza por el escándalo y lo sucio, que busquen contribuir a la fraternidad humana y a la empatía con los más vulnerados».
«A los países poderosos, que cesen las agresiones, bloqueos, sanciones unilaterales contra cualquier país en cualquier lugar de la tierra… Los conflictos deben resolverse en instancias multilaterales como las Naciones Unidas».
«A los gobiernos en general, a los políticos de todos los partidos… que representen a sus pueblos y trabajen por el bien común. …mirar a sus pueblos, mirar a los ojos de la gente, y la valentía de saber que el bien de un pueblo es mucho más que un consenso entre las partes».
«A todos los líderes religiosos, que nunca usemos el nombre de Dios para fomentar guerras ni golpes de Estado. Estemos junto a los pueblos, a los trabajadores, a los humildes y luchemos junto a ellos para que el desarrollo humano integral sea una realidad».
Por: Mons. Juan Carlos Cárdenas Toro

