Por: Claudia Zambrano Erazo
Ver la sonrisa de los niños siempre va hacer una de mis motivaciones para saber que vivir vale la pena y no solo hablo de despertar mirando a mi hija y como su inocencia me cambia el mundo, sino porque los más chiquitos son capaces de crear magia y convertir en felicidad hasta los momentos más difíciles.
Hace pocos días y por asares del destino, tuve la oportunidad de conocer La Variante, una vereda en la vía que de Pasto conduce al municipio de Tumaco la cual muchas veces la escuche, porque allí se ubica el Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación, pero que la verdad nunca me detuve ni por un momento a conocer, pese a que pasaba por allí para llegar a nuestro hermoso Puerto, sin embargo, que el profesor Larry Solís me hubiera contactado para ser parte de esta historia no solo me lleno el corazón de felicidad sino que me enseñó a valorar lo que somos como seres humanos.

El reto al principio se miraba fácil, sin embargo, en el camino se presentaron días difíciles en los que pensaba que no lo conseguiría, al final y gracias a muchas personas que se unieron a esta loca travesía logramos llevarles felicidad a 36 niños y niñas de esta vereda para que puedan continuar sus prácticas de fútbol y para que entiendan que pese a que su territorio está rodeado de cosas negativas que no tienen nada que ver con ellos, son personitas que merecen salir adelante y mostrar todo su talento.
En la vereda La Variante el profesor Solís lleva a cabo entrenamientos de fútbol de martes a sábado con todos los niños y niñas que quieran participar de las prácticas. Esta escuelita es la alternativa para que los menores de edad se olviden de la difícil situación que los rodea y al contrario a través del fútbol puedan combatir la violencia, este proyecto es la alternativa para que los niños no caigan en manos criminales y se den cuenta que hay mucho potencial en su vida para utilizar su tiempo libre en cosas positivas, es la mejor manera para combatir la guerra, esa que nos tiene cansados y la que se empeña en amargar la existencia de los más inocentes.
Nada podrá quitarme del rostro la felicidad de compartir ese par de horas con estos pequeños, por que más que nunca entendí que la vida es eso, esos instantes inolvidables en los que aprendes a ser feliz con detalles a veces insignificantes y en como cuando se hacen las cosas de corazón y juntos se pueden lograr grandes proyectos.
Gracias al profe, a los que se unieron y a todos esos niños que compartieron conmigo, por regalarme no solo sonrisas sino por llenarme de vida. Que este solo sea el inicio para apoyar a grandes deportistas, sino que se convierta en la ventana para que las autoridades locales, departamentales y nacionales se den cuenta que son lugares que necesitan de manera urgente acompañamiento, ayuda y respaldo.

