Juan Carlos Cárdenas Toro

La señal es el amor

Con este quinto Domingo de Pascua llegamos a la mitad de la cincuentena pascual. El tono de los evangelios cambia. Ahora Jesús parece estar despidiéndose. En dos semanas será la fiesta de la Ascensión.

Antes de subir al cielo Jesús nos deja el legado más importante: el mandamiento del amor. Este ese será el distintivo por el cual se reconocerá que somos sus discípulos: si nos amamos unos a otros. A un auténtico discípulo de Jesús lo mueve el amor, no el odio.

¿Cómo hacer concreto este mandamiento? El magisterio del Papa Francisco nos da algunas claves. Destaco estos tres caminos para vivir el amor.

 

El camino de la fraternidad

El Papa nos ha invitado construir la amistad social. En un mundo marcado fuertemente por las posturas absolutas, la agresividad, los nacionalismos, el Santo Padre nos invita a tender puentes, a escucharnos, a una cultura del encuentro y del diálogo, de manera que caigamos en la cuenta de que ser diferentes no puede ser un pretexto para agredirnos sino la oportunidad para encontrar riqueza en la diversidad.

Valores como la amabilidad, la gratitud, el espíritu colaborativo, el respeto por el otro, pueden ayudar a ser testigos de fraternidad.

El camino de los pobres

Para referirse a las personas más vulnerables, el Santo Padre usa la expresión “periferias existenciales”: allí caben los pobres, los ancianos, las mujeres y los niños violentados, los migrantes, y todos aquellos que padecen condiciones que lesionan su dignidad humana y de hijos de Dios.

En muchos documentos, cartas, mensajes y homilías el Papa invita a “tocar la carne herida de Cristo” en los que sufren. De hecho, ha dedicado una jornada dada año para rezar y ayudar a los pobres, otra para los abuelos y adultos mayores. Y al concluir al año de la misericordia contó cómo suele dedicar los viernes a acercarse a alguna institución que adelanta servicios en favor de los más necesitados. Nosotros podríamos hacer lo mismo.

loading...

El camino de la familia

Pero el camino más cercano que tenemos es este: la familia. El Papa dedicó una exhortación apostólica para hablarnos de la “alegría del amor”. Y con ella consagró el amor de la pareja y la familia que allí se construye como una escuela donde se empieza a vivir este mandamiento del amor que Jesús nos dejó.

Será bien difícil amar a las personas que no conocemos si no comenzamos por amar a los que tenemos cerca. La casa debe ser una escuela donde con respeto, apoyo mutuo, cercanía en las buenas y las malas, aprenderemos y pondremos en práctica el amor cristiano que no es romántico sino el ejercicio de una convicción. Amar sirviendo, servir amando.

Por: Mons. Juan Carlos Cárdenas Toro