Verdad y reconciliación es lo que necesitamos en la patria colombiana, la del pos acuerdo, para que las víctimas del proceso de degradación del conflicto armado y social tengan un real y efectivo derecho a la verdad por parte de los victimarios, para así poder perdonar y hacer posible la reconciliación, la sanación del daño hecho.
Así que los autores de las desapariciones forzadas, muertes selectivas, masacres, torturas, despojo de tierras, violencia sexual contra las mujeres, transmisión de graves e incurables enfermedades de transmisión sexual, desplazamiento forzado, secuestro, extorsión, reclutamiento ilícito de niños, niñas y adolescentes, obligación de abortar a las mujeres pertenecientes a grupos armados ilegales, confinamiento, víctimas de minas antipersonal, artefactos explosivos artesanales, munición sin explotar, niños, niñas y adolescentes huérfanos, entre los más conocidos hechos victimizantes, quienes causaron daño a la población civil que no hacía parte de las partes en conflicto, deben decir la verdad, tienen la obligación de decir la verdad, ya sea como violación al Derecho Internacional Humanitario, Crímenes de Guerra e incluso también Crímenes de Estado, porque los perpetradores de semejante daño a la población civil han sido tanto actores armados ilegales, como personas pertenecientes a grupos armados legales del Estado colombiano.
Las víctimas tienen el pleno derecho a la verdad, a que se les diga dónde están los cuerpos sin vida de sus seres queridos dados por desaparecidos, para vivir y cerrar su duelo, así como a saber quiénes fueron los autores de las masacres, de las violaciones sexuales, y de otras tantas, crueles, inhumanas, deshumanizantes, vergonzantes, aberrantes e inconcebibles modos de causar intencionalmente el mayor daño posible a la población civil, con saña, premeditación e imposición del terror para dominar territorios.
Para las víctimas la reparación consiste en conocer la verdad, no tanto que los victimarios sean castigados o amnistiados, penalizados a absueltos, porque esto no les permite saber la verdad de lo sucedido. Por eso es supremamente necesario que las partes en conflicto reconozcan, asuman, acepten y se responsabilicen de lo que hicieron, del daño causado, para que la verdad sea tal vez la mejor forma de reparar a las víctimas y en los escenarios, tiempos y contextos del post acuerdo sea posible el perdón y la reconciliación. La verdad hace posible el perdón y la reconciliación.
Es una verdadera verdad verdadera lo que es más importante en el actual proceso de justicia transicional que va de la mano del postconflicto. Sin embargo, los incumplimientos, las deserciones, las muertes causadas alevosamente, la lentitud de los procesos burocráticos, la desesperanza, el desconsuelo, el fanatismo político de quienes están en desacuerdo, ponen en grave riesgo la existencia de unas condiciones y garantías para que se sepa la verdad verdaderamente verdadera.
Por: Emilio Coral Ojeda

