Los más de 190 estados de la Organización de las Naciones Unidas ONU suscribieron, en 2015, un compromiso para desarrollar 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), creados diseñador con el fin de que la humanidad tenga, en 2030, adecuados estándares de vida en lo económico, social, ambiental, educativo y de reconocimiento de derechos, entre otros, a fin de dimensionar un futuro sustentable.
Para contribuir con la sensibilización y los compromisos que, desde la educación, se deben aportar a los ODS, la Unesco IESALC convocó, en Cartagena, durante la última semana de agosto pasado a rectores y líderes educativos de Hispanoamérica para crear una red de redes que fortalezca este trabajo y asuma un decálogo a favor de la sustentabilidad planetaria.
Además de los rectores de Iberoamérica y de la convocante IESALC UNESCO, muy importantes organizaciones académicas comprometida con la calidad educativa, como OEI, AIESAD, ACESAD y RIACES, se juntaron con más de mil participantes que identificaron el qué y el cómo trabajar individual y colectivamente para acelerar la tarea, pues queda poco tiempo para alcanzar el propósito fijado a 2030.
Porque es desde la educación, en todos sus niveles, como mayor impacto se puede lograr, a través de la sensibilización, la formación en responsabilidad y con hechos concretos, gracias a su impacto sobre millones de estudiantes. Ello serán los constructores y los herederos del planeta del mañana.
Con la educación se podrá formar mujeres y hombres verdaderamente integrales, para que actúen en coherencia respetuosa con la naturaleza biodiversa del planeta. El ejercicio académico, la investigación y la innovación serán, indudablemente, las principales herramientas estratégicas para impulsar el logro de los ODS.
Y debemos reconocer que eso implica que la educación replantee muchas de sus formas, reconozca las nuevas dinámicas del aprendizaje y transforme el rol de los docentes y estudiantes. Responder al qué, cómo, dónde y a través de qué modalidades se forma, implica una actualización constante, con ayuda de la tecnología y siempre teniendo presente la sostenibilidad planetaria.
Por ello, los asistentes al evento de compromiso, reconocimos, con autocrítica, que la educación no ha avanzado lo suficiente para ayudar efectivamente a una formación pertinente y que, tristemente, sigue excluyendo a quienes habitan territorios y pertenecen a comunidades diversas muy apartadas. Somos conscientes que nos llegó la hora de conectarnos con ellos, sin discriminación, para que no se diga, en el siglo 22, que no fuimos capaces de derrotar la pobreza, la falta de oportunidades laborales dignas y el dificil acceso a los servicios básicos.
Desde la UNAD, con la Unesco y las demás entidades organizadoras, respaldamos este espacio de reflexión y de esperanza para que todos, de manera comprometida, avancemos y forjemos una nueva visión de la educación iberoamericana.
El resultado de este encuentro académico internacional no fue una declaración más, sino la ratificación del compromiso frente al desafío de configurar una Red de Redes, desde la que, estoy seguro, nacerán nuevas condiciones para que la buena voluntad siembre una buena educación, que coseche respeto, humildad, tolerancia y comprensión por el otro y por los derechos del planeta.

