Narciso Obando López, Pbro.

LA POLÍTICA DEL AMIGO – ENEMIGO

Por: Narciso Obando López, Pbro.

Hoy la política en Colombia está siendo atrapada por una enfermedad peligrosa, por una peste que se extiende por doquier, se trata de la retórica de la confrontación, de la búsqueda del desencuentro y la polarización, de la terriblemente dañina lógica del amigo-enemigo que deteriora la amistad cívica, corroe la confianza e impide la búsqueda conjunta del bien común.

En vez de buscar consensos, se prefiere el enfrentamiento; en vez de apreciar al otro como un adversario al cual persuadir para encontrar puntos de encuentro, se le ve como un enemigo contra quien hay que luchar.

La Iglesia, ayer y hoy, nos recuerda lo importante que es evitar la enfermedad del amigo-enemigo. Juan Pablo II no dejó de advertirnos del riesgo de cultivar la política del enfrentamiento. Recordó que la búsqueda del bien común no admite “la dialéctica inhumana que no ve en los demás a hermanos, hijos del mismo Padre, sino a enemigos que hay que combatir”. “Por eso en la política debe primar un espíritu de tolerancia, de diálogo y de comprensión, un clima de colaboración que inspire las propias acciones en el amor, la confianza mutua y la esperanza”.

El Papa Francisco dedicó profundas reflexiones para desnudar tantos defectos de la política: El populismo, el relativismo, el inmediatismo, la mercantilización de las relaciones personales, entre otros. Y luego propone remedios desafiantes para la política: “aceptar la posibilidad de ceder algo por el bien común”. También propone un cierto “amor político” y un diálogo para buscar la verdad y recuperar la amabilidad, que “transfigura profundamente el modo de debatir y de confrontar ideas”.

Desafortunadamente, los debates políticos se desarrollan en un entorno propicio al enfrentamiento. La experiencia internacional muestra que, aun en sociedades intensamente divididas, se logran generar textos de consenso y espacios de unidad.

En muchos temas no hay una solución rápida y efectiva, para asegurar que el camino del consenso sea el elegido. Sin embargo, liderazgos convocantes, retóricas contenidas, acuerdos tácitos que huyan de la polarización y, tal vez lo más importante, descartar de plano la lógica del amigo-enemigo son ingredientes que transforman la política propia de la elaboración de una nueva política en un espacio adecuado para el encuentro.

La patria anhelada es una patria común que nos llama a abandonar los individualismos, para ponernos al servicio de los demás, especialmente de los más abandonados.