La paz hay que afianzarla

Por Fernando Alexis Jiménez

El gobierno nacional debe seguir impulsando los diálogos para, al menos, dejar sentadas las bases de una paz con grupos violentos.

Los colombianos estamos cansados del sicariato y de los bombazos. De prender la televisión y escuchar que en varios lugares hicieron estallar explosivos, acompañando la nota con el número de muertos y heridos.

Familias sumidas en el dolor. Un círculo recurrente que gira y gira y pareciera no tener fin.

La situación es tan compleja, que cuando muchos parroquianos salen de casa, minutos antes la familia se toma una selfi.  ¿Por qué motivo? Por si acaso alguno no regresa.

Pero, aunque parezca una exageración, es real.

¿Qué hacer entonces? Tender puentes de diálogo, escuchar y generar condiciones para que no prosiga el tren de violencia que mantiene a infinidad de personas en un estado de zozobra permanente.

Por supuesto, el evento realizado por el gobierno nacional realizado en Medellín se convirtió en blanco de críticas. Sin embargo, el encuentro de Paz Urbana procura el sometimiento de agrupaciones delincuenciales que suman no menos de 8.000 delincuentes en Medellín, Bello, Envigado, Itagüí, Caldas, La Estrella, Sabaneta, Copacabana, Girardota, Sabaneta y otros municipios de Colombia.

Pero estamos en el país del sagrado corazón de Jesús, en donde la polarización ha llevado a los opositores a cuestionar todo cuanto se hace. Y hay quienes prefieren un estado de guerra a que se afiance la paz.

Si no se avanza en el diálogo, continuará el clima de inestabilidad que ha acompañado a los colombianos por mucho tiempo. Y que, por supuesto, afecta la economía.

En ese orden de ideas, quienes creemos en una nueva Colombia, le apostamos a la paz. No porque sea Petro quien gobierne, sino porque la paz es una prioridad, hoy más que nunca.

Dialogar es esencial, no de otra manera podremos salir de la encrucijada en la que nos encontramos.

Si hay violencia, los campos se quedan vacíos, los inversionistas se van y las nuevas generaciones se sienten tentadas a pensar que la violencia es el único camino. Es por nuestros hijos y por nuestros nietos.