Padre Narciso

La paz aparece cuando caminas con Dios

POR: P. NARCISO OBANDO

La vida moderna hace que hoy en día tengamos poco tiempo para descansar, debido a la gran cantidad de obligaciones que hemos asumido. Reencontrar la paz interior es fundamental para nuestro bienestar. Vivimos en una sociedad que siente la prisa a cada instante y con un estilo de vida muy agitado por los constantes problemas de todo tipo que aquejan al ser humano, que hacen muy difícil vivir en paz y con tranquilidad. Por lo que la paz interior se ha convertido casi en un lujo.

Los asuntos pendientes también impiden respirar y descansar la mente. Dígase lo mismo de los sentimientos negativos como los rencores o el no atrevernos a decir de frente y sin miedo ciertas cosas, los pesos del ayer o esos problemas que venimos aplazando por mucho tiempo, son sin duda aspectos que deben cerrarse.

Hay que aprender a soltar las frustraciones, los resentimientos, los miedos, los rencores y pesares del pasado o todo aquello que nos quita la paz. Afrontar lo que nos preocupa aquí y ahora y ser valientes para decir lo que sentimos, son también formas de alcanzar la paz interna.

En momentos de adversidad puede resultar difícil imaginar que alguien comprende nuestros problemas. Podemos sentirnos desesperados, aislados y abrumados por la desesperanza. Pero hay un ser que entiende todo lo que sentimos, pues él conoce nuestras preocupaciones y ansiedades, y puede ayudarnos a superarlas. Ese ser es Dios, por eso debemos estar cerca de él.

Agradecer lo que tenemos es dar presencia y valor a lo que nos importa. Demos gracias a Dios de tener aquello que nos da sentido y felicidad, agradezcamos por estar vivos y tener salud y todas las bendiciones que cada día nos ofrece. La paz interna es saber que, venga lo que venga, tenemos a Dios para afrontar cualquier situación.

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La paz interior es uno de los regalos que nos trae Jesús en este nuevo año, por eso es necesario renovar el corazón, para recibirlo con alegría. Es muy importante abrir nuestros corazones para que reine la paz que tanto anhelamos.

Caminar al lado de Dios es ese destino a la felicidad. ÉL siempre nos indica el sendero. Dejemos que la brújula de la fe sea la que nos oriente para que nuestra voluntad se una a la de Él y que su proyecto sea nuestro y su amor, nuestro faro de luz.

Debemos tener muy presente que en el camino habrá muchos tramos complicados, incluidos abismos, pendientes, bajadas difíciles; a veces los viviremos acompañados, a veces en soledad, en paz o en desasosiego, con aceptación o resistencia, en luz o en oscuridad, son muchas las variables, lo único que permanece es Él con su amor incondicional, dispuesto a estar siempre a nuestro lado.