Sofonías Rodríguez

La naturaleza brava ¿y nosotros?

Por: Sofonías Rodríguez M.

Días lluviosos o medio soleados, viento frío y fuerte brisa suman a esta época una total   confusión estacionaria, efecto quizá del cambio climático que desde hace tiempo soportamos y como si la naturaleza se ensañara contra lo humano, estamos abismados por  los perjuicios que viene  causando a lo largo y ancho del país, la intensa, prolongada y dañina ola invernal.

Hoy el mapa de Colombia invadido por la angustia, muestra que las regiones en su mayoría han sufrido los embates de estos fenómenos naturales, que por avalanchas, derrumbes y desbordamientos de ríos, con visible desespero muchos compatriotas han visto perderse entre el barro y las piedras las viviendas que con tanto sacrificio y esfuerzo, levantaron.

Panorama triste y desolador, el de miles de familias que presas de la impotencia, la indefensión y el dolor por las vidas humanas que se han perdido, no han podido evitar estas tragedias portadoras de miseria y abandono, además del riesgo de seguir padeciendo este penoso drama, porque según el Ideam, la segunda temporada de invierno apenas se está iniciando.

En estas lamentables condiciones todos claman al gobierno por una ayuda oportuna y efectiva. Se sabe que el presidente Petro ya hizo la declaratoria de Desastre Nacional en Colombia. Con esta disposición se podrá destinar más fácilmente recursos en favor de los damnificados.

«Hace falta más conciencia de la comunidad en general para cuidar como verdadero tesoro lo que la naturaleza nos proporciona y no declararse como sus más temibles enemigos. No se puede seguir utilizando la mano destructor a».

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Al respecto también es preciso decir que pese a convivir, disfrutar las maravillas y servirse  de  las riquezas como el agua, fauna y flora que la naturaleza, le regala al ser humano , nos hacemos los desentendidos de protegerla, pero no sólo eso. Lo cruel y detestable es que el hombre se ha convertido en el principal depredador del ecosistema, destruyendo lo poco que está quedando en el componente ecológico.

La tala inmisericorde de bosques, la  persecución de especies animales, además de  las quemas irresponsables en las  fincas aun con la vieja tradición de querer  purificar el suelo para  los cultivos propios de cada lugar.  Aquí vale la pena destacar el empeño y labor de Corponariño en varios municipios del departamento para reforestar y robustecer así las fuentes que aún existen.

En general hace falta más conciencia de la comunidad en general para cuidar como verdadero tesoro lo que la naturaleza nos proporciona y no declararse como  sus más temibles enemigos. No se puede seguir utilizando la mano destructora. Seamos más conscientes y cambiemos de actitud.

Defendamos la naturaleza que es nuestra.