Carlos Gallardo
La muerte, un tema que nos acompaña a lo largo de toda nuestra existencia, ha sido objeto de profunda reflexión y debate a lo largo de la historia de la humanidad. Desde tiempos inmemoriales, el ser humano ha tratado de comprender y darle sentido a este inevitable final de la vida.
En mi opinión, la muerte es un aspecto natural e intrínseco de la vida misma. Es el cierre de un ciclo, el paso hacia lo desconocido, un misterio que despierta temor, pero también puede ser visto como un proceso de transformación y renovación. La muerte nos recuerda nuestra propia finitud, la fragilidad de la existencia y la importancia de valorar cada momento vivido.
A lo largo de la historia, diversas culturas y filosofías han abordado el tema de la muerte desde diferentes perspectivas. Algunos la ven como un tránsito hacia otra forma de existencia, como en algunas tradiciones religiosas que creen en una vida después de la muerte. Otros la conciben como el fin absoluto, el fin de la conciencia y la identidad individual.
Personalmente, creo que la muerte nos invita a reflexionar sobre el significado de nuestra vida, nuestras acciones, nuestros valores y nuestras relaciones con los demás. Nos impulsa a vivir de manera plena y auténtica, a apreciar cada instante como si fuera el último. Aceptar la muerte como parte integral de la vida puede ayudarnos a superar el miedo y a encontrar una mayor paz interior.
En conclusión, la muerte es un tema complejo y universal que nos confronta con nuestra propia humanidad. Aceptarla como una realidad inevitable, pero al mismo tiempo como un recordatorio de la belleza y la fugacidad de la vida, puede brindarnos una mayor comprensión de nosotros mismos y del mundo que nos rodea. No debemos temer a la muerte, sino aprender a convivir con ella y a encontrar significado en nuestra existencia finita.
Desde el anterior año y debido a que me gusta mucho la cultura mexicana, encontré en mi vida a la Santa Muerte, he leído mucho sobre ella y he llegado a comprender que, ella hace parte, obviamente de nuestras vidas, ella es la encargada de llevarnos a descansar al final de nuestros días y cuando Dios nos llame a su lado.
Entonces considero que no hay que tenerle miedo, sino más bien agradecerle a diario por no llevarnos aun y aceptar con mucha honra el día que eso pase, sé que muchas personas la satanizan mucho y hay otras que me han criticado por tenerla en mi casa y prenderle velas, pero también he conocido a mucha gente que la venera y la respeta mucho como lo hago ahora yo.

